Plaza de los Trabajadores, espacio de cohesión social

Foto: Archivo OHCC
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Por: Msc. Arq. Kirenia Pérez Justo

El espacio público presupone un uso social colectivo, implica la realización de múltiples actividades públicas y por ende constituye escenario de la vida social y cultural de las ciudades. En nuestros tiempos, esto se extiende más allá del espacio físico, va además aplicado al espacio virtual.

La Plaza de los Trabajadores, singular espacio público de nuestro Camagüey, no escapa de estas funciones. En sus inicios, por el lejano siglo XVII, se le conoció por la advocación del templo que aún hoy se alza como hito urbano del espacio: Plaza de Nuestra Señora de la Merced. En la etapa colonial el sitio fue escenario de actividades de índole recreativa, como representaciones teatrales, ferias y corridas de toros. No pueden dejarse de mencionar las relacionadas con la iglesia, como son las procesiones católicas.

El siglo XX

La entrada del siglo XX trae consigo la modernización del espacio, como un intento de desterrar los viejos cánones urbanos de la Colonia. Se dota así de arbolado y mobiliario urbano y se cambia además el nombre por el de Charles A. Dana, como reconocimiento al aporte de este periodista a la independencia cubana y a José Martí. Se convierte así este sitio, en espacio donde concurrían y tenían su peña los jóvenes intelectuales de entonces. Entre los años 40 y 50 aparece la ceiba que todavía hoy se observa en el centro de la plaza, producto de una remodelación.

Su actual nombre,  “Plaza de los Trabajadores”, precisamente proviene del uso que se le dio a partir del año 1959. El nuevo panorama social requería de amplios espacios para las concentraciones del pueblo. Este era uno de los más apropiados, en el mismo corazón de la ciudad; por tanto, en ella se llevaron a cabo múltiples congregaciones del movimiento obrero.

El edificio de la antigua Sociedad Popular Santa Cecilia, hoy devenido Centro de Convenciones, albergó la sede de la CTC Provincial, lo cual reforzó tanto el uso como el nuevo nombre. En 1961, también como necesidad de las instituciones que bordeaban la plaza, se vuelve a remodelar el espacio creándose un gran parqueo a cielo abierto. Esto no impedía la realización de actividades culturales, recreativas y políticas; pero solo en momentos señalados, lo cual trajo consigo el empleo de elementos muchas veces improvisados y con mala imagen, como tarimas y kioscos, sobre todo durante las festividades del San Juan. El día a día lo convirtió en un gran espacio asfaltado, sofocante, limitado y hasta peligroso para el peatón.

Nuevos tiempos para la Plaza

Con el decursar del tiempo no varió esta imagen y así la conocimos muchos. La creciente demanda de parqueos en el Centro Histórico llevó a que el área se utilizara indiscriminada y desordenadamente, a pesar de que se llevaron a cabo varios intentos de reordenar el parqueo y las actividades que allí se realizaban. En el año 2007, ante la presencia en el lugar no solo de autos de pequeño porte sino también de ómnibus, fundamentalmente de turismo, el Consejo de la Administración Municipal dictaminó la prohibición de parqueo para ómnibus de gran porte, que estaban creando una barrera visual en el entorno y entorpecían además todo el funcionamiento del área.

En el año 2011, la Oficina del Historiador de la Ciudad propone y ejecuta un proyecto de reordenamiento del parqueo y se dota al área de toda la señalización y limitantes físicas necesarias. Se colocan maceteros con vegetación, para además mejorar las condiciones ambientales. No obstante, solo se aminoraba el problema. El ciudadano de a pie era el gran ausente, o más bien, el menos privilegiado y el más vulnerable.

Un cambio necesario

Ya en el año 2013, en vísperas de los 500 años de la fundación de la villa de Santa María del Puerto del Príncipe, hoy Camagüey, fue intervenida nuevamente la Plaza de los Trabajadores. El proyecto estuvo liderado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, pero en él, desde su concepción, participaron todas las entidades involucradas en el sitio. Con este proyecto se desterró definitivamente el parqueo del área, dando como resultado un espacio donde el peatón es el principal protagonista.

El área se dotó de mobiliario urbano adecuado. Paños de césped amortiguan las fuertes temperaturas y alivian el deslumbramiento. También fue emplazada una escultura ambiental del Premio Nacional de Artes Plásticas José Villa Soberón: la Arcada. La misma aporta mayor valor simbólico y estético al área. En su entorno también fue colocada, más recientemente, la escultura dedicada al Poeta Nacional Nicolás Guillén Batista.

Nuevamente, el lugar es sitio frecuentado por jóvenes citadinos, visitantes y la familia camagüeyana en general. Los que concurren ya no se conforman con el disfrute del espacio público físico, sino que también lo hacen del espacio público virtual, a partir del servicio de internet vía wifi instalado allí.

Sombras por desterrar…

No obstante, quedan sombras por desterrar de la plaza. Se viola constantemente la prohibición de circulación. Las motos, ciclos y hasta algunos autos todavía atraviesan el espacio para desembocar por el Callejón de Mojarrieta, poniendo en peligro a las personas que allí se encuentran. El mobiliario urbano es objeto de maltratos, especialmente los bancos que son utilizados como soporte para parquear ciclos. Las fachadas de las edificaciones se ensucian por los pies que apoyan en ellas personas inconscientes. Luego de tanto esfuerzo y rescate, son inadmisibles estas indisciplinas.  Esta plaza, un importante espacio de cohesión social, es además uno de los sitios más emblemáticos de la ciudad, donde todos tenemos una cuota de responsabilidad.

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