¿Es posible que llevemos casi tres años sin celebrar nuestra fiesta popular más importante? Pues sí, desde el 2019 no sentimos ese placer, ese fragor de entusiasmo al que la comunidad está habituado.
Por estos días de junio ya va tomando mayor temperatura a medida que avanza el mes hasta llegar el 23, fecha en que se lee el “bando” para dar inicio y “romper” con el San Juan camagüeyano, ese festejo que por más que seamos calmados y sosegados esperamos y, al menos oímos anécdotas, y hasta, tal vez, nos animemos a comprar alguna que otra cajita que contenga tamal y si nos ponemos de suerte tasajo, que a casi la totalidad de los lugareños nos provoca una agradable sensación al paladar.
Las congas ya salen por diferentes puntos de la ciudad anunciando que se preparan y ensayan fuertemente para las salidas del también esperado “paseo”, lo que tal vez, guste más de este festejo, pues cuando usted sale a la calle ve tanto a niños como a personas de cualquier edad emocionados por ver las carrozas, comparsas, y todo lo que trae este evento, y entonces es cuando, comienzan los elogios o no, sobre la calidad del mismo, los vestuarios de las muchachas, los diseños, los colores, en fin…, nos volvemos conocedores expertos de estos temas, que hasta creernos que somos verdaderamente especialistas.
Y es que, en esto de las opiniones, todos tenemos nuestros puntos de vista, recuerdo mi abuela decía:” …cada cual mira la feria desde donde viene…”, y claro, es cierto, pero la mayor verdad es que el pueblo está deseoso de sus fiestas, de rememorar sus tradiciones y finalmente olvidar un tanto, las vicisitudes por las que pasamos, y necesitamos retomar y volver a vivir experiencias culturales que nos hagan vibrar nuevamente el corazón para saber que existen.
Este año, ya no podrán coincidir las celebraciones con San Juan y San Pedro; pero como buenos camagüeyanos, debemos continuar manteniendo el compromiso con nuestras tradiciones para cuando se defina fecha, estemos prestos a dar lo mejor.
Por eso auguro un festejo lindo, como nos merecemos todos, por haber vivido años de intensas tensiones, que, aunque coronado por el gran éxito que sobre todo el sector de la salud libró, necesitamos liberar y volver a la normalidad para que culturalmente podamos también salvar el alma.