Dos historias de vida ligadas a la Revolución desde la radio camagüeyana

Foto: José A. Cortiñas Friman
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La Emisora Suarito-Radio Camagüey, habría cumplido 54 años el pasado 20 de marzo, si algunos sucesos ligados al movimiento 26 de julio no hubiesen cambiado su devenir. Ubicada en la Avenida Finlay, la otrora frecuencia transmitía una programación variada con segmentos de media hora dedicados al Tango, la música Española y el Bolero.

El llamamiento a la huelga del 9 de abril de 1958, desde su cabina, con la grabación de una arenga que venía en cintas desde Santiago de Cuba para todas las provincias, la obligó al cierre.

Los Protagonistas

Los tres revolucionarios camagüeyanos encargados de la riesgosa operación, ante las narices de un soldado de la dictadura batistiana fueron: José Bueno Días Arce (Pepín Bueno) desde el sonido, en los micrófonos Laureano Céspedes y Héctor Enríquez Izquierdo,  fue el encargado de enarbolar la bandera del 26 de julio, desde la torres de transmisión de la planta.

Tuve la dicha de conocer de cerca la historia de dos de estos valientes radialistas y al conmemorarse el aniversario 63 de la huelga, creo justo compartirlas.

Pepín Bueno

En 2017 este amante de la radio y fiel a sus cintas y equipos de sonido, me recibió en su hogar para conversar sobre aquel momento de efervescencia revolucionaria y de anhelados deseos de justicia social, unos meses después Pepín murió.

Quien colocó en la reproductora el llamamiento a la Huelga del 9 de abril,  fue él. Con sus 89 años recordaba cada detalle y  se emocionó al narrar las escenas.

Según me contó, llegadas las 11:00 de la mañana, pusieron el danzón de la orquesta Aragón: Nena, para despistar por interno al policía y colocar  al aire la grabación que llamaba a los trabajadores cubanos a parar su jornada y salir a las calles en nombre del 26 de julio.

Pepín y Laureano salieron corriendo, saltaron la tapia del fondo y se ocultaron en una casa vacía cerca de la emisora. Por mucho tiempo uno no volvió a saber del paradero del otro, pues él continuó la huida por el puente de Saratoga y allí fue escondido en varias casas de amigos y familiares hasta lograr partir a Santa Clara. Laureano se quitó el bigote, se enmascaró el peinado y también logró escapar a la capital.

Comentó  Pepín con cierto pesar, que la emisora se mantuvo unos meses después al aire y luego cerró. Para su dicha con el triunfo revolucionario y hasta su jubilación, se mantuvo en el gremio radial, en el cual fue admirado siempre.

Como obsequio a su labor y entrega, al retirarse Pepín se llevó a casa su querida máquina de cintas,  desde  la sala del que fue su hogar en el edifico Sánchez de la Calle Martí, constituye  un símbolo de perpetuo homenaje.

La historia de Héctor Enríquez

A la arenga revolucionaria que amplificó Pepín Bueno desde el control máster, se unió una hazaña que muchos  camagüeyanos hoy recuerdan con claridad aunque han pasado 63 años, me refiero a la bandera del 26 de julio, que desde la torre de transmisión hondeó en la cumbre; mientras los héroes de esa historia escapaban del enemigo.

El osado torrero, chofer, operador de audio y muchas cosas más dentro de aquel medio, Héctor Enríquez Izquierdo, fue quien trepó lo más alto que pudo y exponiéndose a la vista de los vecinos, colocó la bandera del honor revolucionario, que desde el rojo y negro llamaba a la acción.

Muchos años después, cuando esta historia ya no era un secreto y su hijo Rolando era lo suficiente mayor para entenderla, Héctor, con orgullo la contaría varias veces. Así me llegó de manera formal, pues ya la conocía desde que inicié  mi vida de radialista, hace unos veinte años.

Su origen humilde y su carácter recto ante las injusticias, pronto lo harían integrarse al movimiento urbano contra la dictadura, encontró respaldo a sus ideas en su colectivo de la radio y nada impidió su temeridad de colgar la bandera del 26 de julio, a espaldas  del policía del ejército de Batista, quien  con un tabaco en una mano y una escopeta en la otra, sentado en el portal custodiaba la emisora.

Luego abandonó el lugar por el fondo  y fue a dar a una casa al costado del Teatro Principal, donde una noble señora simpatizante con la causa, lo escondió por varios meses  hasta que los miembros del movimiento clandestino en Camagüey, lo trasladaron a un lugar seguro.

Cuenta  Rolando, que su padre siempre recordaría con agrado aquellos días de Revolución, que no pararon con el triunfo, pues fue el encargado de conducir la unidad móvil de Radio Cadena Agramonte, que llevaba los programas a diversos lugares de la capital agramontina y sus municipios, luego continuó en otros oficios del gremio hasta su retiro.

Dos historia revolucionarias desde la radio

Aunque la huelga no llegó a concretarse, sirvió para conectar a todos los revolucionarios implicados en la acción y continuar laborando en secreto por la libertad definitiva.

Al traer estas dos historias de vida ligadas a la radio y rememorar  aquella osada participación de los camagüeyanos en la huelga del 9 de abril desde Suarito-Radio Camagüey, mostramos una vez más la importancia del medio para acompañar a la audiencia en todos los momentos de la vida y rendimos justo homenaje a Pepín y a Héctor Enríquez, quienes sin dudas vivieron  orgullosos de su profesión y del triunfo de 1959.

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