La mañana amaneció calurosa como todas las de mayo, el obelisco ubicado en la intersección de la vía férrea con la Avenida Finlay, luce un lindo arreglo de jardinería que tiñe de verde el paisaje. Son cerca de las 8.30 de la mañana y los pioneros comenzaron a reunirse a su alrededor.
El sitio es pequeño pero muy bien cuidado, quizás poco se detengan a reverenciar esa gran tarja, que desde el 24 de febrero de 1929, reúne a los caídos en la guerra de los diez años.
Durante esa gesta por la libertad de Cuba, decenas de patriotas fueron fusilados por los soldados españoles en el fondo de lo que fuera su cuartel de caballería, hoy Hogar de Ancianos, muy cerca del lugar.
Entre los nombres figuran el de Ramón Artola, que hoy da nombre a la calle donde vivo, y también el de Oscar Céspedes y Céspedes, el hijo del Padre de la Patria. Según cuentan los historiadores una vez capturado Oscar, le envían un mensaje a Céspedes para recuperar a su hijo a cambio de la Traición, su respuesta fue digna y heroica pues aseguró “Oscar no es mi único hijo, soy el padre de todos los cubanos que han muerto en la lucha”.
Para honrar la memoria de estos mártires, que dieron su sangre por la libertad de su tierra, asistieron estudiantes de las escuelas primarias: Jesús Suárez Gayol y Tula Aguilera, junto a sus profesoras.
La niña Gisela Suárez nos regaló una emotiva inspiración dedicada a Fidel y el trovador camagüeyano Andy Daniel, nos interpretó el tema Homenaje a Martí, así entre música y poesía, junto a la bandera Cubana y organizado por la Oficina del Historiador de la Ciudad, estos camagüeyanos fueron recordados y mostrada su valentía, ante las nuevas generaciones.
Foto: Jesmir Varona Socías


