El hospital pediátrico de Camagüey en medio de esta terrible situación epidemiológica, arriba a su aniversario 53, más de medio siglo a favor de la niñez se dice fácil, pero lleva en sí la obra de muchos galenos, que han dejado su juventud, experiencia y gran parte de su vida, en aquellos salones.
Son varios los ejemplos que pudieran reflejar el valioso quehacer de sus doctores, pero ante la dificultad de visitar algunos en el terreno, por las limitaciones sanitarias que hoy impiden el acceso de personal ajeno al centro, voy a ilustras con algunas experiencias personales.
Un cirujano
Me agrada recordarles que el patriota que da nombre a la institución; Dr. Eduardo Agramonte Piña, fue un hombre muy versátil, pues además de sus habilidades en la cirugía de campaña, fue músico, periodista y Coronel Mambí. Una de las figuras camagüeyanas más sobresalientes en la Guerra de los Diez Años.
Por eso, al hablarles de un cirujano del hospital, pienso que rendimos homenaje también al primo y cuñado de Ignacio Agramonte.
La historia
Este ortopédico y cirujano, no es dado a las entrevistas, pero más de 20 años en la especialidad, creo que merece nuestra reverencia. Su nombre me lo reservo pero sus compañeros sabrán de quien hablo al leer esta crónica.
Lo he visto manejar con diestra razón cada caso, de los que arriba a su consulta de urgencias con algún miembro lesionado y me sorprendió mucho su pericia, para que el niño sufra el menor dolor posible durante la maniobra.
Recuerdo que hace algún tiempo aguardaba para operar un uñero en el dedo principal de pie de mi niña, llegó un pequeño del poblado de Altagracia, que se había caído de un caballo y dislocado el codo.
Ante la desesperación del padre, el doctor con calma le ordenó salir y ayudado por su asistente, puso el hueso en su sitio de un solo giro, luego inmovilizó y al realizar un rayos-x ya estaba correcto y se ahorró una cirugía, que habría tardado horas y complicado la salud.
Al entrevistarlo
Al salir de su consulta y brindarnos pasar para atender el uñero de Roxy, le pregunté cómo logró hacer su trabajo sin que el niño llorara, pues me imaginaba su dolor y me parecía terrible.
Me miró con cierta gracia en su expresión facial, pues es muy alegre y locuaz, y sin mucho pensarlo respondió: es que prefiero evitarle el dolor mayor de una cirugía, lo entretengo hablándole mientras doy el movimiento maestro, cuando reacciona ya puse el codo en su sitio.
El homenaje
Pienso que este cirujano, con su hacer en cada jornada rinde homenaje al Dr. Eduardo Agramonte, cada uno en campos de batallas diferentes, pero dando continuidad a la obra revolucionaria que vela por la salud de los más pequeños, desde este centro camagüeyano que celebra su aniversario 53 sembrando bienestar.


