Las esencias del ballet de Camagüey en Noranis

Fotos: Archivos de la Compañía
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Con sólo tres años se presentó a la escuelita de ballet y desde ese instante supo que sería bailarina. Su mamá les pidió a las profesoras hacer una excepción, pues la edad de inicio era a los 5 años y, desde entonces, Noranis León Ramírez anda marcando compases en punta de pies.

Al término del nivel medio, Regina Balaguer, directora del Ballet de Camagüey, realizó una prueba para ingresar a la compañía y ella fue seleccionada. Allí creció como bailarina clásica, de la mano de su eterna maestra Lila.

Aunque agradece a todas sus profesoras y bailarinas del Ballet, gracias a los saberes de Lila, que mezcla el estilo de la Academia rusa con la cubana, Noranis definió su estilo. En sus presentaciones sabe que su maestra más exigente está siempre atenta, lo mismo la regaña que la aplaude, pero su vocecita le dice al oído por dónde deben marchar los movimientos y la disciplina.

Gratitud

Por eso el Ballet de Camagüey fue su primera y gran escuela, allí creció como profesional y, una vez preparada, decidió probar otros estilos; razones que la llevaron a su segunda casa, el Ballet Contemporáneo de Camagüey, donde le pude robar unos minutos de su ensayo para conversar sobre su formación y preferencias.

Al Ballet de Camagüey sigue ligada. Agradece mucho cómo allí dio sus primeros pasos, que luego crecieron. Ya tiene 23 años, lleva bailando una veintena y, mientras disfruta cada nueva propuesta de la actual agrupación, recuerda como un regalo haber participado junto al maestro Chávez en la obra Desequilibrio, y en otros espectáculos principales del repertorio.

No se arrepiente de un solo minuto dedicado a la danza. Se apropió de sus esencias y sigue llevando el estilo clásico a lo contemporáneo, donde experimenta esos placeres similares al vuelo, que una bailarina necesita para respirar y ser feliz.

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