Una de mis abuelas, esa a la que he hecho referencia en más de una ocasión por su apego a los dichos, refranes y ser un fiel exponente de la cultura popular tradicional; esa, de la cual tengo un especial recuerdo, solía decir cuando alguna persona joven se quejaba por sus achaques o dolencias, o expresabaque no podía realizar algún ejercicio u otra acción: “…con esa edad yo rompía un corojo en el aire…y todavía lo hago…”
Hoy, casualmente, lo rememoré; pues una muchacha que podía ser mi hija, se minimizaba a sí misma y repetía afirmaciones nada propicias para comenzar el día. Sus frases no eran oportunaspara enfrentar la vida con optimismo y energías positivas, que tanta falta nos hacen, sobre todo por estos tiempos cargados de complicaciones y dificultades, a los que tenemos que contrarrestar con nuestra actitud ante la vida; buscando alternativas para cada tropiezo, pues como también se dice por allí “i…si la vida te da limones, haz limonada…!
No dudo para nada que tengamos momentos en que nos sintamos tal vez desfallecidos, o sin deseos de acometer alguna tarea, porque creamos que no podemos realizarla y esté por encima de nuestras posibilidades; pero, lo que no me parece adecuado es decir no, si no lo intentamos al menos. Eso es a lo que mi abuela, aquella mujer de setenta y tantos años, cuyos consejos aún taladran mi mente, me instaba cada día; a ella agradezco sus consejos y puntos de vista, que me han servido a todo lo largo de mi existencia.
Y precisamente, como uno de los propósitos que posee la Oficina del Historiador a través de sus proyectos culturales, es transmitir valores que nos hagan ser mejores personas, mejores cubanos; es que les recomiendo a todos, tengamos la edad que tengamos, que no nos dejemos vencer por la idea de creer no poder hacer algo. No perdamos nunca la esperanza e intentémoslo una y otra vez, pues estoy segura, que independientemente de que lo logremos o no, además de sentirnos mejor con nosotros mismos, a la corta o a la larga podremos obtener resultados muy positivos.


