El mambí, el músico, el compositor, el maestro, el precursor de la radio cubana. ¿Cuántas cosas se pueden decir de este hombre que fue un cubano y camagüeyano a toda prueba?, que nació el 24 de mayo de 1882 en la calle de los Pobres número 95 -hoy Padre Olallo 462- entre Callejón Montero y Tío Perico de esta ciudad agramontina.
Pues sí, hablo de Luis Casas Romero; ese que desde los cuatro años sintió una fuerte atracción por la música y quien tantos aportes hizo a la cultura de nuestro país, además de ser un patriota a carta cabal.
Tiene nuestra provincia la suerte de haberlo tenido como hijo, y de que su escuela para formar los futuros artistas lleve su nombre; y claro, no es casual, porque quien lo hizo sabía que constituiría un honor y un privilegio.
Entre la larga lista de creadores de nuestro país se encuentra él, quien por añadidura fue un excelente luchador y defensor de la independencia de Cuba bajo el mando del General Lope Recio -quien lo nombró corneta de orden del Ejército Libertador. Casas Romero se fue a la guerra muy joven, y de ella quedó marcado con una herida en su pierna derecha.
Este artista creador de temas como El mambí, Si llego a besarte, Carmela, y tantos otros, fue reconocido por su talento por directores y figuras del mundo del espectáculo en la capital, llegando a ser flautista del entonces Teatro Alhambra dirigido por el Maestro Jorge Anckerman. Además, estuvo al frente de las orquestas de varios teatros, como el Martí, el Payret, y el Molino Rojo.
El pionero de las transmisiones radiales en Cuba, como también se le llamó, fue miembro de número de la Academia Nacional de Artes y Letras, título que pocos alcanzaban; y esto le valió para que desde entonces se le considere un gran formador de la enseñanza artística.
Orgullosos de tan importante figura de la cultura nacional, todos los camagüeyanos debemos rendirle tributo hoy, y agradecerle. Nuestros niños y jóvenes estudiantes de arte le deben respeto y admiración; mucho más cuando sabemos que incluso hasta su fallecimiento el 30 de octubre de 1950 estuvo al frente de la Banda del Estado Mayor del Ejército de nuestro país.
Personalidades como esta deben ser reverenciadas por todos cada día y ser tenidas en cuenta, no solo para recordarlas y amarlas, sino para estudiarlas y profundizar mucho más en su trayectoria.
Por eso, invito a estudiosos, investigadores y alumnos de nuestras escuelas de arte a continuar en la búsqueda de datos, anécdotas y tantos nuevos detalles que puedan existir en referencia al mambí y músico por excelencia que siempre fue Luis Casas Romero; para que continúe también figurando dentro de las páginas memorables de nuestra cultura nacional.


