Quiso el destino que fuera el día dos de febrero, el de la Virgen de la Candelaria, el elegido para que los camagüeyanos celebrasen cada año un nuevo aniversario de fundación de la Villa.
Polémica histórica y científica aparte, la fecha recoge en sí uno de los hechos culturales más importantes para los habitantes de esta tierra. Pero no fue entre los ríos Tínima y Hatibonico donde comenzó todo. Tal y como sucedió con varias de las primeras Villas fundadas por los españoles en Cuba, el primer asentamiento de Santa María del Puerto del Príncipe fue cerca del mar, en un punto de la actual geografía nuevitera.
“El lugar donde estuvo un tiempo la villa primigenia es un lugar agreste, no adecuado para la siembra ni para la cría de animales, sometido a las inclemencias del tiempo, con una vegetación rala, o sea que no tenía condiciones para que prolongara en el tiempo el asentamiento. Por eso se mueve a un sitio cerca del río Caonao donde se produce un primer enfrentamiento con consecuencias fatales para la población autóctona. Por último, se mueve a un lugar entre los ríos Tínima y Hatibonico y presumiblemente se asentó alrededor de lo que se conoce hoy como el parque Agramonte, la antigua Plaza de Armas .”
– nos comenta José Rodríguez Barreras, director de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey.
A partir de entonces se comenzó a erigir la ciudad que llegó a nuestros días, la cual, teniendo en cuenta los muchos valores edificados, preservados y enaltecidos por varias generaciones de principeños, se enorgullece de que un fragmento de su centro histórico fuera declarado por la Unesco como Patrimonio Cultural de la Humanidad.
Hoy la tarea no solo es salvaguardar el patrimonio heredado, ese que se forjó gracias a la mezcla de costumbres e idiosincrasias, sino enriquecerlo con lo mejor de nuestra obra cotidiana.
Y que mejor manera de comenzar el día que con nuestra Diana Mambisa que también marcó hito en la historia patria y que desde la antigua Plaza de Armas se recuerda cada 2 de febrero.