Lissett, la mamá de Fernandito

Foto: Cortesía de la autora
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“Al autismo le hacen falta más personas con el azul en el pecho.”

Puede ser que la sensibilidad nazca con nosotras. El instinto maternal o el amor a los niños es algo que la mayoría de las mujeres no cultiva, lo tiene allí, en su corazón o a flor de piel, depende de donde se le necesite. Lo digo porque lo sé, porque lo he experimentado desde siempre, porque aun sin ser madre ya los niños era mi debilidad, cada uno de ellos es especial, te arranca sonrisas o lágrimas en menos de un minuto.

Pero hoy no hablo de la mujer o la madre que soy, hoy les cuento la historia de una madre coraje. Hoy no hablo de niños aunque uno muy especial es la razón de esta historia.

Lissett Abreu Quiroz hace tiempo que perdió sus apellidos, ahora es simplemente “la mamá de Fernandito.” Había escuchado mucho de ella pero la conocí en una actividad que la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey realizó con los profesores, familiares y niños con trastorno del espectro autista. Ese día se alzó su voz, dulce sí, pero también concisa, estremecedora y agradecida.

Este dos de abril, día Mundial de Concienciación sobre el autismo, Lissette me permitió asomarme a su vida y a acercarme a través de su historia a un mundo del que no tanto se conoce. Para ella el autismo cambia de concepto, deja de ser un trastorno del neurodesarrollo para convertirse en la forma de ser de Fernandito, “él es autista, no está enfermo, es una condición con la que tiene que vivir toda la vida.”

Supe entonces que Fernandito nació el 15 de abril de 2009 y que pasaba muchas horas frente al televisor o la computadora, que le gustaba mucho la música, tanto que en la familia se llegó a decir que sería músico, le venía del alma. No rechazaba las caricias pero a Lisette siempre le quedó el deseo latente de que fuera él quien las prodigara.

Un día en el recuerdo

Un 24 de febrero antes de cumplir sus tres años amaneció convulsionando. Se le diagnosticó una epilepsia y a partir de ahí sus vidas cambiaron para siempre. La alarma de que algo no andaba bien vino del círculo infantil. Le explicaron que  no se relacionaba con otros niños, que se pasaba horas delante del equipo de música aun cuando no estaba encendido y que lo único que parecía interesarle era la música.

Todo esto creó un miedo insuperable y comenzaron a buscar ayuda pero la incertidumbre los desesperaba porque nadie les decía qué era lo que buscaban. Nos cuenta esta madre que fue Lissette Picón quien primero les habló de autismo. Saber lo que pasaba le despertó de ese letargo en el que se había sumergido, era autismo y entonces era hora de seguir para adelante aunque no tuviera ni idea de lo que se avecinara.

A ella saber le dio fuerzas y esperanzas sin embargo a Fernando, el papá, “se le unió el cielo con la tierra.” La palabra autismo comenzó a “martillar en la familia” porque hasta entonces solo estaba en el vocabulario de los dos como el recuerdo de una película o algún libro leído. Se cuestionaban una y otra vez si era autismo, siempre con la esperanza en las terapias y en los especialistas. “Fueron días grises y desolados hasta que llegó el diagnóstico”. Entonces solo quedaba  aprender sobre el autismo, porque entendieron que esa era la forma de ser de Fernandito y que él va a vivir así toda vida. A ellos solo le quedaba ayudarlo, comprenderlo y ser parte de su mundo.

“Fernandito me entiende y yo lo entiendo. El sabe decir lo que quiere pero sobre todas las cosas Fernandito habla con los ojos, es alguien muy especial y la persona que deja entrar en su mundo es porque también es muy especial, él va a las esencias, no se anda con dobleces. Él y yo tenemos una comunicación maravillosa, tal vez es que no he madurado lo suficiente o sencillamente que he aprendido de él.”

No ha estado sola porque ha sentido el apoyo de muchos sobre todo para descubrirlo y tratarlo temprano. El círculo infantil, el centro de equinoterapia y la escuela Héroes del Moncada han sido sus oasis, pero proyectos como Esperanza azul siempre le han tendida la mano.

La Oficina  en sus vidas

Sin embargo Lissette hace un aparte y se emociona cuando habla de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey: “sus trabajadores comprenden que los niños con trastorno del espectro autista son excepcionales dando muestras de amor  porque estos niños descubren el alma cuando nos miran y si nos besan pues se nos desborda el pecho de una alegría tan contagiosa de la que yo creo sinceramente que cada trabajador de la Oficina forma parte. Los familiares y los niños con trastorno del espectro autista le agradecen a la Oficina y de manera especial a su director José Rodríguez Barreras el humano y bello gesto de apadrinar  su escuela. No solo han aportado bienes materiales, que no han sido pocos, sino que han ofrecido su corazón. Ellos no solo conservan el patrimonio principeño, ellos además lo enaltecen.”

Sin dudas los hijos nos hacen como somos, no es cierto que solo ellos adquieren lo mejor de nosotros, los padres siempre salimos enriquecidos en la relación con nuestros hijos y para Lissette Fernandito es la fuerza que hace que se levante cada mañana, él es el aire que necesita para respirar, es su alegría, su paz, su complemento, junto a su pequeña Lissette María. El amor de los hijos no se divide, se multiplica y a Fernandito su mamá le agradece porque la ha ayudado a ser más fuerte, le ha dado el valor de afrontar la vida, la ha enseñado a amar la música, a bailar sin timidez, a hacer lo que quiere con toda la libertad que quiere, él la ha enseñado a decir lo que siente y cuando lo siente, sin frenos, sin temores al qué dirán. La ha enseñado sobre todo a tener esperanzas a creer y a crecer como ser humano. Por eso nos cuenta llena de lágrimas: “Fernandito tiene una luz única en la mirada de la que yo estoy muy orgullosa. Sé que él llegó a mi vida para que yo aprendiera a vivirla, a disfrutarla, a compartirla. Es un regalo preciadísimo y mi propósito es que él sepa que yo le doy gracias, muchas gracias por existir.”

No sé si todas nacemos con la misma sensibilidad, estoy segura que muchos hombres también la tienen, pero Lissett, la mamá de Fernandito es una de las mujeres más sensibles y valientes que he conocido, se crece cada día, se empina. A mí me demostró que sin importar lo que nos traiga la vida;  la familia, la esperanza y el amor no pueden perderse. Esta madre dulce y guerrera me hizo llorar y reír, me hizo decir te quiero, me hizo bailar y cantar sin timidez, me hizo decir lo que pienso cuando lo pienso. Entonces decidí que Fernandito no solo la enriquece a ella, todos hemos aprendido a ser más felices, justo como ellos los son. Todos hemos aprendido hoy a llevar el azul en el pecho.

Locutora y periodista de Audiovisuales Príncipe y Radio Camagüey. Máster en Ciencias de la Comunicación. Me gusta la lectura y el cine. Nada valoro más que el tiempo con mi familia. Adoro terminar el día junto a mi hijo disfrutando de un espectáculo de Les Luthiers.
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