Este año, exactamente el 12 de noviembre, cumplirá sesenta años de fundada una institución que afortunadamente nuestra provincia posee el privilegio de contar con ella, pues no todas tienen esa satisfacción.
Me refiero al Coro Provincial, agrupación desde mi punto de vista, imprescindible e importante para un territorio, que defiende todos los géneros de la música y asume distintos ritmos, tanto cubanos como internacionales, acompaña solistas, realiza conciertos de celebraciones, homenajes, y hasta clases magistrales suelen realizar, muy didácticas por cierto.
Haciendo historia
Muchas son las vivencias que poseo de nuestro coro, pues he tenido la gran suerte de conocerlo desde la época en que allá por la década del 80,del pasado siglo, comenzó a ser dirigido por la maestra, nacida en Santiago de Cuba, graduada de Dirección Coral en la Escuela Nacional de Arte, en 1978: Emilia Díaz Chávez, esa mujer alegre, elegante, que siempre tiene una sonrisa a flor de labios para todo el que la saluda, lo mismo si va muy bien vestida para el teatro a ofrecer lo mejor de su arte, como si va con un simple atuendo a hacer la cola de la placita más cercana a su casa, como la he visto yo.
Por aquella época, esta institución emblemática había tenido algunas altas y bajas, según decían los profesionales de la música, con los cuales me relacionaba por trabajar en el Centro Provincial de Superación para el Arte y la Cultura, lugar en el que aprendí mucho y le estoy eternamente agradecida por las enseñanzas que me brindó y sobre todo; porque pude conocer a muchos artistas. Algunos de una gran trayectoria y prestigio, otros con no tantos valores profesionales, pero lo cierto es que de todos, aprendí, y hoy cuento felizmente con la amistad de la mayoría de ellos.
Un gran número de integrantes de la mencionada agrupación pasaron por las aulas de este Centro, y se graduaron allí de técnicos medio, título que obtenían después de varios años de estudios que culminaba con un recital de graduación, donde llevaban un repertorio variado y casi siempre era presentado en la sede de la Orquesta Sinfónica o en la sala de Música de la Biblioteca Provincial Julio Antonio Mella u otra institución de la cultura que ofreciera su colaboración para tan significativa ocasión.
Rememoro profesores de canto como el Maestro Rosendo Fernández, con su voz inolvidable, vivía en la calle Popular entre Lope Recio y San Esteban, con su paso pausado llegando a ofrecer sus enseñanzas a aquellos cantores jóvenes que recién se incorporaban al coro, luego otros como Joaquín Peláez, que también compartía sus labores profesionales con las sindicales, el recientemente desaparecido José Urquiza(Pepito, para casi todos); y así tantos, algunos que en oportunidades ni recuerdo sus nombres, pero si sus rostros.
Y continuaron los éxitos
Período de esplendor para esta institución indudablemente fue logrado por Emilia con su alto nivel de profesionalismo que le imprimió un cierto halo de frescor y renovación, el cual lo ha hecho brillar por décadas para llevarlo a ser uno de los mejores del país, obteniendo disímiles premios y siendo halagado por más de una personalidad, tanto del ámbito nacional como mundial.
Hoy es dirigido por una muchacha joven, con muchos valores también, al decir de los entendidos, Lena Lauzao, quien le imprime su sello y podrá continuar la obra de aquellos que ofrecieron su arte y esfuerzo por hacer del Coro Profesional de Camagüey, un referente obligado cuando de virtuosismo se trate.
Recordemos que por él pasaron figuras muy importantes del arte musical cubano, que luego han formado parte del catálogo de excelencia de nuestra ciudad.
Celebración a las puertas
Enhorabuena para esos que lo mismo cantan en un teatro, en una escuela, en un albergue cañero, en una comunidad o en un gran estudio de grabaciones donde sus voces perdurarán en uno u otro soporte para la posteridad.
Estoy segura desde ahora se encuentran preparando la trascendental fecha, a la que se sumará indudablemente nuestra Oficina del Historiador, donde tantas veces han mostrado sus valores, y espero que para entonces logremos celebrar un gran concierto, en vivo, mirándonos y admirándolos frente a frente; y aunque aún con máscaras aplaudamos una y otra vez sus obras.
¡Gracias por su arte…!, y los deseos de que los éxitos sigan multiplicándose por el público y el patrimonio musical que engalanan.