Chinos al ataque
Cansados de golpes, extenuante labor en el campo, y de maltratos verbales y humillaciones morales, los chinos fueron capaces de rebelarse contra el ignominioso sistema esclavista en la Isla.
Los documentos de archivo aluden a respuestas violentas de los coolíes (contratados) a esclavistas y mayorales. Podría citarse el expediente tramitado por la alcaldía de Puerto Príncipe, en julio de 1862, denunciando al gobierno superior la “muerte alevosa” por el ataque de doce chinos armados de machetes y azadones al propietario de la finca La Mina de santa Rita don Guillermo Night, así como a su mayoral el español don Juan Badell, riposta en instante en que el “capitán” (chino o “paisano”) intentara dar “cuje con guayabo” a los sublevados.[1]
Quedaba claro a todos que los chinos ni eran sumisos ni cobardes y que estaban dispuestos a defender a cualquier precio sus vidas y dignidad, en tanto, por las características que revistió el hecho con empleo de azadón para fulminar al mayoral, todo hace presumir el empleo del kobu – do o uso defensivo con palo, y técnica propia de las artes marciales que algunos chinos dominaban y habían incorporado a Cuba.
Otro hecho similar que mejor ilustra la probable introducción de las artes marciales en el Camagüey ocurrió el 1° de enero de 1870. Reñido combate entre fuerzas españolas y camagüeyanas en Minas de Juan Rodríguez o Palo Quemado, Guáimaro, cuando una columna española de 2 000 hombres fuera emboscada por los mambises al mando del mayor general norteamericano Thomas Jordan y el Mayor Ignacio Agramonte, choque que ocasionó a los españoles 200 muertos. Al redactar el parte Jordán refirió: “A solicitud de oficiales y soldados ordené una carga al machete sobre los tiradores enemigos (…) en esta carga un chino del Batallón del Norte llamado Sebastián Siane [Seoane o Siam], dio muerte a nuestra vista a tres soldados españoles con la culata de su carabina […][2] Existen más indicios de la presencia de las artes marciales de China en nuestras guerras de liberación dado el contingente de habilidosos chinos que combatieron al lado de nuestros mambises. El Mayor Agramonte contó con ellos.
Judo en Camagüey
El 22 de marzo de 1953 fue fundada la Federación Provincial de Judo y Jiu-Jit-Su en Camagüey cuya presidencia pasó a ser ocupada por Alfredo Recio Rodríguez, uno de los activos promotores del judo provincial. De hecho Camagüey fue la segunda provincia de la Mayor de las Antillas en extender y desarrollar la práctica del legendario deporte del país del sol naciente. Vale señalar que ya en mayo de 1954, entre otros, los judocas y primeros cinturón negro Heriberto García, Rafael Acuña, Nelson Aguilar, Salvador Betancourt y Guillermo Sabatés Belizón representaron al territorio Agramontino en el primer campeonato nacional de judo en La Habana, torneo en el que ganaron títulos meritorios.
Vale precisarse que en el edificio de la Sociedad Popular de Santa Cecilia fue donde por primera vez fue colocado un tatami (colchón) para la práctica del deporte de los agarres y las proyecciones. Por cierto, la primera mujer en practicarlo en nuestra ciudad fue Eunice Carmona, hermana del también cinturón negro Eliécer Carmona.[3]
En breves años Camagüey destacaría en el judo nacional. Por todo, debido a los resultados técnicos y competitivos alcanzados por nuestros primeros atletas, desde octubre de 1957 Camagüey integró la Federación Cubana de Judo; mereciendo que el 5 septiembre de 1958 el Gran Maestro 6to Dan cinturón negro del Kodokán de Tokio, Masayuki Takahama, en compañía del 7mo Dan cinturón negro y ex campeón nacional Takanito Ichikawa, arribaran a nuestra urbe para intercambiar conocimientos con atletas locales así como de los municipios Florida[4], Nuevitas, Morón y Esmeralda.
Tras el triunfo de la Revolución y generarse amplio movimiento deportivo bajo la divisa Listos Para Vencer (LPV), en octubre de 1962 fue abierta la Academia provincial de judo en la antigua casa nro. 202 en la calle Lugareño esquina a Rosa la Bayamesa (San Isidro), salón donde recibieron las primeras nociones del deporte japonés alumnos de las escuelas barriales, convirtiéndose en centro preparador de atletas que llegarían a la cima del judo en la “suave comarca de pastores y sombreros” y más allá.[5]
Pero aquí no culmina la historia de las artes marciales en nuestro terruño.[6]
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[1] Archivo Histórico Provincial de Camagüey: Fondo: Alcaldía mayor del oeste de Puerto Príncipe, legajo 82, Nro. 987-989-990. Causa contra los asiáticos por homicidio con azadones al mayoral Juan Badell. En ese año en Puerto Príncipe había 340 culíes o contratados, cifra que representaba el 1 % de la Isla.
[2] Jiménez Pastrana, Juan: Los Chinos en la historia de Cuba. 1847-1930, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1983, p. 88. La cursiva es del autor.
[3] Entre la relación de practicantes de judo estuvo Rinaldo Miranda Villadamigo, quien años después sería el autor de la escultura del Mayor Ignacio Agramonte Loynaz que preside el conjunto monumentario en la Plaza de la Revolución de Camagüey, y antes quien intercambiara conocimientos históricos relativos al Mayor con el autor de este artículo.
[4] En ese municipio cobraría adeptos el judo revolucionario gracias a los atletas Carlos Anta, José Miralles y a otros amantes del judo.
[5] Varios fueron los maestros preparadores que participaron en cambios de cintas y en los torneos municipales celebrados en la Academia de la calle Lugareño –como fue reconocida por muchos -. Por ese colchón desfilaron los atletas Roberto Coello (Titico), René Lavín, Humberto Rabassa, los hermanos Pedro y Ramón Ramos… La lista sería interminable.
[6] Aprovechamos para agradecer sus recuerdos y conocimientos del judo al maestro cinturón negro Camilo Sierra.