En el Día del Libro, instituido por coincidencias históricas que llaman mucho la atención, quiero compartir una reflexión acerca de un texto que nunca deja de sorprender: Edipo Rey. Él atrapa al lector más escéptico y muestra desde la filosofía, la literatura y la historia un abanico de interpretaciones.
“El arte abre al hombre un infinito de poder y exaltación de sí”, planteó el filósofo y filólogo alemán Federico Nietzsche en su obra “El origen de la tragedia”, de ahí que se pueda analizar, a pesar de la visión existencialista de este hombre, el importante papel que jugaron las obras dramáticas y principalmente la tragedia, en la formación y distinción de la cultura griega.
Es simple argumentar el lugar que ocupar la tragedia griega en esa sociedad, con solo vivir a fondo la historia de Edipo Rey, considerada por Aristóteles el máximo ejemplo de este género, y por la crítica moderna como una obra sin paralelo en la historia del teatro.
Muchos se preguntan si se puede hablar de Edipo Rey como una obra “realista” o por el contrario, como una obra que recrea un mito. Bueno, es cierto que Sófocles retomó la tragedia Tebana y existen implicaciones antropológicas y religiosas en su creación, además de la constante lucha de su personaje protagónico con el destino que le tocó: pero quién sabe si esta tragedia fue inspirada en la mimesis (imitación) de una acción o hecho sucedido por el tiempo…
Lo que sí convence a cualquier lector asiduo o no, de lo planteado por Aristóteles y luego por Nietzsche, es la impecable trama y profunda visión de las motivaciones y los actos humanos, desarrollados por Sófocles, como reflejo de la cultura de su época.