Los excelentes resultados actuales del ajedrez cubano no son fruto de la casualidad ni obra de un corto espacio de tiempo. En gran medida son el fruto de muchos “granos de arena” aportados por jugadores, dirigentes, entrenadores, activistas y promotores, sin descartar la incansable labor de la prensa especializada que durante muchos años hubo en Cuba, que brindó durante décadas lo mejor de sí en favor del desarrollo ajedrecístico.
El origen del Ajedrez en nuestro país se remonta al descubrimiento de la isla de Cuba el 27 de noviembre de 1492, por los españoles. El juego de los trebejos es unos de los más antiguos en Cuba. En la época colonial era practicado solo por la gente rica, considerado un deporte noble.
Durante el siglo XVI la Villa San Salvador de Bayamo se convierte en la plaza fuerte del Ajedrez en Cuba, al punto que, durante las Guerras de Independencia las partidas de Ajedrez eran otro espacio para conspirar. Es conocido el gusto por este deporte en personalidades de nuestra historia como Carlos Manuel de Céspedes y José Martí.
En 1836 ocurrió un hecho destacado para la historia del Ajedrez cubano: fue traído a la Habana el famoso “Antomato” un muñeco que representaba la figura del ajedrecista creado por el Húngaro Barrón Wolfyangvon Temple. El solo hecho de que fuera presentado en la Habana, demuestra que, aunque la afición al deporte del tablero a cuadros no representaba un movimiento serio y organizado, si despertaba curiosidad en altas esferas de la sociedad de aquella época.
Durante el siglo XX el nombre de Cuba se colocó en lo más alto del podio de la historia de este deporte, gracias al talento de José Raúl Capablanca, campeón mundial desde 1921 a 1927. Reconocido como un genio precoz y apodado “el Mozart del ajedrez”, en su época dorada se le conoció también como “la máquina del ajedrez”.
Las glorias del Camagüey
La ciudad de Camagüey se ubica en el mapa de este deporte con José Fernández Migoya. Una personalidad que, aunque era pinareño de nacimiento, toda su gloria la recibió en la Ciudad de los tinajones donde falleciera el 11 de julio de 1968. Fue un fuerte ajedrecista que en 1923 alzó la copa Dewar, el campeonato nacional oficioso de Cuba ante la ausencia de un campeonato oficial.
Migoya no es propiamente un campeón camagüeyano por haber obtenido su título representando la capital y fue algo así como el campeón amateur cubano, porque en aquel entonces Capablanca era el campeón mundial de ajedrez.
Al morir Migoya, el entonces comisionado provincial de ajedrez Osvaldo Bahamonde junto al Dr. Rosendo Romero Delgado, deciden organizar un torneo de ajedrez en su memoria que comenzó con carácter municipal en 1969. Este torneo salvo algunas interrupciones se continúa realizando año tras año y es el torneo insignia de la provincia de Camagüey e incluso llegó a tener en varias ediciones el carácter de internacional con la presencia de destacados maestros como el sueco Ulf Anderson.
No son pocos los reconocimientos ganados por otros representantes camagüeyanos, acumulando varios nombres a lo largo de la historia. Entre estas grandes personalidades está el doctor Rosendo Romero Delgado, quien durante el año 1950 venció al estudiante de ingeniería Eldis Cobo Arteaga y ganó el galardón de campeón nacional. Con este honor también se alzó treinta años después Néstor Vélez Betancourt.