Por: Oreidis Pimentel Pérez
Un cuerpo incompleto somos sin el África, al pensar eran los esclavos gente sin cultura. Había en ellos tanta sabiduría, y más cercana a Cuba, como en la romana o en la griega. El acto de fe fue su resistencia, por tanto, hay conveniencia, no filosófica, sino de valores, en rescatar la mitología negra la sabiduría ancestral.
Así puede verse desde la Isla al 25 de mayo, una fecha dedicada por la UNESCO al África ardiente desde que en 1963 los líderes de una treintena de nacientes naciones se reunieron en Addis Abbeba, Etiopía, para formar la hoy denominada Unión Africana. Fue una sacudida emancipadora luego de siglos de coloniaje y divisiones con reglas imperiales en los mapas, más allá de la extensión de sus lenguajes y culturas, una fecha simbólica para la reflexión de las esencias del continente.
Cada año la conmemoración convoca al debate científico, al recuerdo del tránsito esclavista, ocasión que en la ciudad de Camagüey cuenta con varios espacios. Por ejemplo, en el presente 2019 los becarios extranjeros en la Universidad Ignacio Agramonte han desarrollado competencias deportivas, exhibiciones culinarias y una gala cultural en coordinación con el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos. Desde la Casa de la Diversidad Cultural Camagüeyana (perteneciente a la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey) sesionará un panel científico integrado por estudiosos y académicos de esta provincia.
“Sin el negro Cuba no sería Cuba”, dijo el antropólogo e investigador cubano Fernando Ortiz, alguien que nos enseñó a comprender que África está en nuestra la variante cubana del español que hablamos, en la música, en la cocina, en las fiestas tradicionales, en las distintas manifestaciones religiosas y en otros elementos etnológicos con el inconfundible sello originario de aquel continente y de todo vestigio que nos devele la parda ascendencia criolla.
Imagen: @Fontesruben