Ileana Sánchez es una artista de gatos que paradójicamente ama a los perros. Su figura no requiere de mucha presentación formal, pues su obra es bien conocida tanto en su tierra natal como en varias partes del mundo.
La realización artística de Ileana está ligada al quehacer de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey; confiesa que fue de las primeras que recibió el llamado del director de esta institución, José Rodríguez Barreras, para estrechar vínculos y a través de proyectos socioculturales, llevar el arte a todos los rincones del centro histórico y la ciudad.
“La Oficina era un lugar al que los artistas íbamos con sueños, proyectos; teníamos nuestra cabeza trabajando en función de embellecer nuestra ciudad y ellos eran nuestros productores. Por ejemplo, fue muy lindo cuando presenté el proyecto de pintar 100 siluetas de gatos en la Calle Maceo, fue un gran equipo que se formó, monitoreado y dirigido por la Oficina del Historiador y en el cual participaron muchas instituciones. Se logró un espectáculo maravilloso en el que cientos de niños participaron”, me cuenta, con una de esas sonrisas que solo salen cuando te vienen a la mente buenos recuerdos.
Sus gatos se convirtieron en un emblema en varios lugares de nuestra urbe: los conocidos bici taxis Andariegos que recorren el centro de la ciudad y vehículos del transporte urbano los exhibían, incluso parques y callejones perdieron su nombre, y comenzaron a ser conocidos popularmente como “el de los gatos”. Sin embargo, uno de sus murales en específico despierta gran satisfacción en ella.
“Tengo una felicidad muy grande cuando las mamás se me acercan y me dicen: gracias a tus gatos, mi niño cuando salía del Hospital Pediátrico, después de haberse pinchado o haberse curado, donde único comía era frente al muro. Para mí existe el muro de las lamentaciones y el muro del Pediátrico.”
Su arte es patrimonio de esta urbe, las obras de Ileana se han podido disfrutar en las más reconocidas galerías del territorio, pero también en muchos espacios públicos de la ciudad y eso se debe en alguna medida a su complicidad con la Oficina del Historiador.
“Muchas de esas exposiciones y trabajos con ellos se vinculaban con eventos para la ciudad, o en función de la ciudad, o en función del patrimonio, y para uno como artista ha sido una experiencia maravillosa. Ya no tengo edad para que se continúen haciendo proyectos de este tipo, ya no puedo. Espero que los jóvenes puedan aprovechar, cómo lo hice yo, para hacer una gran obra para mí ciudad y que sean muy felices trabando con la Oficina del Historiador.”
Ahora Ileana se encuentra inmersa en nuevos proyectos, pero siempre con la mira puesta en esta ciudad a la que ha dado su arte y a la que ha legado en sus gatos y figuras pintorescas, una de sus mayores creaciones.