Combate de Ceja de Bonilla

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El sitio conocido como Ceja de Bonilla, ubicado a unos 27 km al noroeste de la ciudad de Puerto Príncipe, el 28 de noviembre de 1868 ocurrió una de las acciones de importancia por las fuerzas patrióticas camagüeyanas alzadas en armas contra España, el combate de Ceja de Bonilla.

Las tropas cubanas que no superaban los 150 hombres armados con escopetas y armas cortas, y sin ninguna preparación militar, tendieron una emboscada al Conde de Valmaseda que se dirigía a Nuevitas en tren con una columna de unos 800 hombres de las tres armas.

Los cubanos estaban al mando el general Augusto Arango y en la acción también participaron Salvador Cisneros Betancourt, Ignacio Agramonte, Ángel del Castillo, los hermanos Boza y Eduardo Agramonte Piña, quien junto a Vicente Viamontes, fueron los únicos heridos por la parte cubana; casi todos los que después habrán de figurar a la cabeza de las fuerzas cubanas.

 Las órdenes

El jefe mambí ordenó preparar la emboscada en la noche del 27, pues había sido previamente informado de la proximidad del enemigo. Alrededor de las 10:00h apareció en la distancia el tren español y los insurrectos se prepararon para el ataque, que debía resultar una sorpresa para las tropas coloniales; pero un disparo escapado puso sobre aviso al adversario y precipitó el combate.

Las fuerzas hispanas comenzaron a bajar del tren y desplegarse en guerrilla en las inmediaciones del puente por donde cruza la vía férrea. Su artillería entró en acción y lanzó más de 20 proyectiles con metralla contra las filas insurgentes, que se mantuvieron en las posiciones ocupadas y respondieron con el fuego de su escaso e inferior armamento, ahorrando todo lo posible las pocas municiones con que contaban.

En estas condiciones, la acción se prolongó por espacio de unas tres horas. La vanguardia de la columna peninsular prosiguió el avance por tierra y logró salir del área de alcance de las armas mambisas; pero entonces el fuego de estas se concentró en la retaguardia en los momentos en que el tren, había quedado atrás, llegaba al lugar de la acción.

En esa última etapa se causó al adversario el mayor número de bajas; aunque finalmente Valmaseda pudo salir del combate y proseguir su avance. El tren, que los españoles dejaron abandonado, fue destruido, así como obstaculizada la vía férrea. En el campo quedaron 12 muertos hispanos y se supo que los heridos pasaban de 50; por la parte cubana solo hubo dos heridos.

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