Carlos J. Finlay es una personalidad que despierta mucha polémica a su alrededor. Primero se intentó arrebatarle su autoría como descubridor del agente trasmisor de la fiebre amarilla, en la actualidad, y a pesar de incontables aclaraciones, se sigue nombrando de manera incorrecta y por si esto fuera poco, hay quienes dudan de la ubicación de su casa natal.
Los principales argumentos para no reconocer a la vivienda ubicada con dirección actual de Cristo, número cinco, es la tarja que se colocó el pasado siglo en el antiguo callejón de los ángeles, hoy callejón Finlay, como una acción de los camagüeyanos a través del Club de los Leones de homenajear la obra de una de las figuras más célebres de la ciencia cubana.
“En el momento que se devela la tarja, quedó muy claro por parte del doctor que hizo la intervención central, que no estaba probado que ahí fuera su lugar de nacimiento y que si en algún momento se comprobaba que Finlay había nacido en otro sitio la tarja podía ser trasladada.
“Además, existen elementos diferentes elementos que nos llevan a afirmar que es en Cristo número 5 donde nació Finlay. En la época existía la costumbre de bautizar a los niños en la parroquia más cercana. Si él uniera nacido en el hoy Callejón de Finlay lo lógico sería que se bautizara en la Iglesia de la Soledad, pero su fe de bautismo aparece en la Parroquial Mayor, justo donde nace la calle Cristo. Otro elemento que lo comprueba es el acta capitular encontrada en el archivo histórico de nuestra ciudad que autoriza a su padre a ejercer como médico en esta vivienda, por tanto no hay la menor duda”, asegura María del Carmen Pontón Guillemí, directora de la Casa Natal Carlos J. Finlay.
Aunque las pruebas corroboran que esta vivienda es la casa natal de Finlay, hay quienes aseguran, incluso, que ni siquiera fue en la ciudad de Camagüey donde nació.
“Hay hipótesis de personas que afirman categóricamente que nació en Minas, otras personas que dicen que lo hizo en Vertientes, incluso que allí había una caseta donde hizo sus primeros experimentos. Esto es imposible, porque Finlay nació en esta casa un 3 de diciembre de 1933 y vive aproximadamente un año solamente.
“Luego de trasladarse a la vivienda de la actual Calle General Gómez, su padre es aceptado en una plaza a la que aspiraba en la Habana y la familia se traslada hacia la capital, lugar donde Finlay desarrolló su sabiduría y realizó la mayor parte de su obra científica, por tanto es imposible que realizara en Vertientes sus primeros experimentos”, agrega.
Hoy su casa natal, institución adjunta a la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey mantiene vivo el legado del destacado científico cubano, no solo salvaguardando el inmueble sino a través de proyectos socioculturales vinculados con la medicina y la calidad de vida de sectores vulnerables.
Quienes allí laboran no descansan en el afán de aclarar las dudas y polémicas en torno a su figura, convencidos de que esa es una de las maneras más dignas de perpetuar su vida y obra.