Merece citarse un fragmento de la declaración voluntaria de sus ideas revolucionarias y de cambio tomada al maestro y patriota principeño Joaquín de Agüero y Agüero, al responder a la pregunta que se le hiciera ante el fiscal que presidió el juicio en la ciudad de Puerto Príncipe, por levantarse en armas contra el Gobierno colonial, en San Francisco de Jucaral, el 4 de julio de 1851:
“Pensaba entonces, y aun hoy mismo, que el país necesita de un gobierno y leyes muy distintas de las que rigen y que estando en la imposibilidad de conseguir por medios legales estas mejoras, le era forzoso apelar á la fuerza y para ello se reunió armado á todos los que penetrados de sus mismas ideas quisieron seguirle […]”.[1]
El fallo del tribunal por el combate librado el 13 de julio en la finca San Carlos de Melilla, después de leída a la tropa armada la Declaración de Independencia, hito precursor de nuestras luchas que estallaría en la Isla, en octubre de 1868, condenó a fusilamiento a Agüero y a tres de sus firmes y leales compañeros, José Tomás Betancourt y Zayas, Miguel Antonio Benavides Pardo y Fernando Secundino de Zayas y Cisneros.
Los cuatro, sin titubear ni acobardarse ante la infame decisión esperaron tranquilos los días iniciales de agosto por el instante fatal,en una celda fuertemente custodiada, en el Cuartel de Caballería de Lanceros del Rey, lugar que quedaría señalado para recordar con honra al líder revolucionario y a sus acompañantes; y para no olvidar la ignominia española.
Igual justicia merecen los que, primeramente, cayeron en el desigual combate en la finca San Carlos de Melilla aquél día glorioso, por verter la sangre primigenia que fertilizaría el camino al 68, Francisco Perdomo Batista, José Mariano Benavides Valdés, Juan Francisco de Torres, Victoriano Malledo y Gabriel Augusto Arango y Agüero.[2]
[1] Rivas Agüero, Manuel A.: Joaquín de Agüero y sus compañeros (1851 – 1951): Talleres tipográficos Editorial Lex, La Habana, 1951, p. 206.
[2] Nacido el 18 de marzo de 1830, Augusto Arango fue el primer firmante del Acta de Independencia y estuvo entre los primeros combatientes caídos en combate en San Carlos de Melilla, el 13 de julio de 1851, refriega de la que salvó milagrosamente a pesar de la grave herida en la cabeza que le ocasionó la pérdida de un hueso craneal que le fue remmplazo en intervención de cirugía, por lo que recibiría el mote de cráneo de plata”. No obstante fue de los primeros en incorporarse al levantamiento en armas del Camagüey, en noviembre de 1868.