José Mujica, ese gran hombre, al que admiro, hizo una reflexión que logró impresionarme sobre manera, y hoy me gustaría compartir con ustedes, justamente por lo valiosa y cierta que me pareció, sobre todo en estos tiempos que corren donde se hace bien importante procurar una correcta educación en las nuevas generaciones que van surgiendo.
Decía: “No le pidamos al docente que arregle los agujeros que hay en el hogar…En la casa se aprende a: Saludar, dar las gracias, ser limpio, ser honesto, ser puntual, ser correcto, hablar bien, no decir groserías, respetar a los semejante y a los no tan semejantes, ser solidarios, comer con la boca cerrada, no robar, no mentir, cuidar la propiedad y la propiedad ajena, ser organizado…En la escuela se aprende: Matemáticas, Lenguaje, Ciencias, Estudios Sociales, Inglés, Geometría y se refuerzan los valores que los padres y madres han inculcado en sus hijos.”
Importante consejo
Y de inmediato pensé en la utilidad de esas palabras y la necesidad que tenemos de que cada adulto, padre o no, sepamos conducir a los jóvenes y niños de casa en el cuidado del patrimonio, pues al pasar por nuestras plazas ,parques, calles y edificios de tanta valía como los que afortunadamente poseemos en nuestra ciudad vemos en más de un caso, la indolencia de algunos, que se sientan en los bancos con los pies encima de ellos o se suben; otros ponen los pies sobre muros o paredes, sin pensar en el daño que ocasionan a esta, su ciudad, con valores tan significativos que justamente nos han dado la satisfacción de que se nos haya otorgado el reconocimiento de ser Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO en 2008.
En más de una oportunidad me he referido a este asunto, con gran pesar, pues creo, casi estoy segura, la familia no está jugando el rol que verdaderamente le corresponde y desde luego, la vida nos podrá cobrar esa deuda si no nos unimos todos y atacamos este mal que con solo esforzarnos un poco podremos erradicar; tema que la Oficina del Historiador siempre hace suyo y nos convoca a ser mucho más responsables.
Por eso los invito a proponernos accionar de una mejor manera en el cuidado de eso que quedará para los que incluso aún no han nacido, pero que estarán muy orgullosos, como lo estoy yo, de ser camagüeyana.


