El 11 de mayo de 1928 sería inaugurado en Jimaguayú, lugar donde caería en combate El Mayor Ignacio Agramonte, un obelisco. El acto de inauguración efectuado fue resultado de la iniciativa del Consejo Territorial de Veteranos de la Independencia, presidido en ese entonces por el Teniente Coronel Luis Suárez. El mismo se realizó en presencia de parte del pueblo camagüeyano, vecinos del lugar y de algunos veteranos como: Elpidio Mola, Emilio Luaces, Pedro Betancourt, Eugenio Sánchez Agramonte, Carlos Agüero, Javier de la Vega, entre otros.
Como bien refleja Joaquín Estrada-Montalván en su investigación, contó con una ceremonia central: la Santa Misa de Campaña, a solicitud de los propios veteranos y con la aprobación del Obispo de Camagüey, Mons. Enrique Pérez Serantes y dirigida por el P. Manuel R. Mendiola Roura. Una vez terminada hicieron uso de la palabra la Sra. María Socarrás de Pons, Emilio Luaces y el niño Alfredo Morell. Posteriormente mientras la Banda Militar interpretaba las notas del Himno Nacional, se develaba el monumento. Finalizada la ceremonia, Emilio Luaces hizo la entrega del obelisco al Alcalde Municipal.
Más allá de un acto
El acto celebrado tendría una gran carga simbólica para los presentes, debido a la necesidad de explicitar un hecho de gran importancia y trascendencia para la historia regional y nacional. De esta forma, sería un primer intento para perpetuar un lugar de valores hstórico-simbólicos.
Es así como se observa un pueblo convertido en actor social, participante; un pueblo comprometido con su activismo en aras de visualizar, rescatar, reafirmar su relación con la historia, sobre todo enfocado en inmortalizar una de las figuras más importantes de la Guerra de los Diez Años.
Resaltar al héroe
Estos acontecimientos fueron recogidos en diferentes artículos y crónicas publicados por el periódico El Camagüeyano, entre los días 10 y 12 de mayo de ese año.
Igualmente, tampoco se puede decir que haya sido un hecho aislado, debido a que desde años antes, se había tratado de resaltar la figura de Agramonte en distintas actividades, incluso se pudo formar una importante colección de objetos relacionados con dicha personalidad y su esposa Amalia Simoni.
Conclusiones
Este primer intento de significar un hecho histórico de gran magnitud se vería dignificado y engrandecido con el trabajo realizado por la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, años más tarde, otorgándole un valor agregado al lugar.
Bibliografía
Estrada–Montalván, Joaquín. Recordando a El Mayor. Crónica de la inauguración de su obelisco. 11 de mayo del 2017.
Garciá López, Angélica. “Patrimonio Cultural: Diferentes perspectivas”. Arqueoweb. Revista sobre Arquelología en Internet 9(2), 2008.
García Santana, María Mercedes. Coleccionismo y museos en Cuba (siglo XVI-primera mitad del XX. Editorial UH, La Habana, 2017.