El cuerpo inerme de José Martí y la práctica médico forense

Foto: Cortesía de la autora
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El doctor Pablo Aurelio de Valencia y Forns, médico forense graduado en España fue escogido para el reconocimiento del cuerpo inerme de José Martí. Coincidentemente, 23 años antes, su padre, objetó a las milicias de voluntarios quienes fueron a buscar a los estudiantes de medicina, 8 de ellos afrentosamente fusilados el 27 de noviembre de 1871.

La partida definitiva

En un lugar conocido por Dos Ríos, donde confluye el Cauto y el Contramaestre, el 19 de mayo de 1895, fue la partida de Martí. Un golpe duro para la Revolución. El caos y la confusión cautivaron la realidad ante la imposibilidad de rescatar el cadáver del Apóstol. El enemigo lo reconoció y es recogido y trasladado a Remanganaguas.

El 20 de mayo de 1895, la columna del coronel español José Ximenez de Sandoval lleva el cuerpo de El Maestro atravesado en el lomo de un caballo, entra en el caserío, lo tira en el patio del fuerte, se reparten 500 pesos entre los de la tropa, papeles, la escarapela, de Céspedes ꟷafirman algunosꟷ  el cortaplumas, el cinto, el cadáver, el reloj, el anillo…todo se lo repartieron. Con el dinero los soldados bebieron.

Es lanzado a una fosa poco profunda, solo con el pantalón, sin ataúd, directo en la tierra enfangada.

Primer reconocimiento médico forense

El doctor Pablo Aureliano de Valencia y Forns, graduado en España, especializado en práctica forense,  tiene la misión del reconocimiento del cadáver previa comunicación del general Salcedo, jefe del distrito militar de Santiago de Cuba. Orden del capitán general Arsenio Martínez Campos para establecer la identidad oficial de los restos.

A las 5.30 pm del jueves 23 de mayo, Valencia inició el reconocimiento forense. Luego de cuatro jornadas, dentro de ellas 72 horas sepultado bajo fango.  Según el investigador Igor Guilarte Font, la exhumación se hizo sobre unas tablas al aire: el cuerpo pálido, escalofriante…en avanzado estado de descomposición. La escena es patética. Duele. A oscuras procede la operación.

El doctor destaca las tres heridas por arma de fuego y anota varias laceraciones epidérmicas, evidencia de la torpeza con que manejaron el cadáver. Las vísceras y el corazón se quedaron en la fosa abierta, para atenuar el proceso de descomposición. Es por eso que los vecinos de ese pequeño pueblo trasmiten de generación en generación que el alma de la Patria late allí.

Es concluyente la identidad de José Julián Martí Pérez y se procedió a su preparación y conservación para su traslado inmediato.

La práctica forense consistió en un embalsamamiento imperfecto, y no en una necropsia ꟷ apuntó el doctor Antonio Cobo Abreuꟷ “Técnicamente, el doctor De Valencia realizó aperturas de cavidades y evisceración, excepto la cavidad craneal, con fines de preparar el cadáver para su traslado a Santiago de Cuba. En el dictamen emitido no hace referencia al estudio del interior, ni a la trayectoria de los disparos, solo del exterior y otros aspectos de interés para precisar su identidad personal”.

Se le administró en las partes blandas 300 inyecciones de solución de bicloruro al uno por ciento, rellenaron con algodón desinfectado el torax para suturarlo. Igualmente algodones en la boca. Con solución de alumbre y ácido salicílico preparada con agua hirviendo, se aplica como barniz al fallecido.

El doctor De Valencia concluyó a las 7:00 pm a la luz de unas velas mortecinas.  Luego es introducido en el féretro. Un ataúd tosco de tablas de cedro. Atado a una parihuela tirada por dos caballos y un batallón de 1500 soldados bajo el mando de Manuel Michelena se conduce a Santiago de Cuba. El 27 de mayo de 1895 es sepultado en el nicho 134 galería sur, del cementerio Santa Efigenia. Sobre su cuerpo se colocó el de un soldado español.

Antes de sepultarlo, un segundo reconocimiento

El 27 de mayo, minutos antes de la inhumación, el médico Joaquín Castillo Duany, quien más tarde fue jefe de sanidad del Ejército Libertador, y Antonio Bravo Correoso, solicitan a las autoridades españolas, que les permitieran identificar el cuerpo de Martí. Estas acceden.

El investigador Damodar Peña, precisa, que cuando se abre el ataúd Higinio Martínez, es quien hace la fotografía famosa y escribe a Rodríguez Helio:

“Aunque la fotografía está sacada a los ocho días de muerto […] en el combate de Dos Ríos, no obstante, los progresos de una rápida descomposición a causa de la humedad del terreno, todos han reconocido al revolucionario señor Martí; pues los rasgos de su fisionomía no han podido e ese tiempo ser borrados por la mano de la muerte. La frente espaciosa que daba a su rostro un sello tan especial, el cabello rizoso, y otras señales del cuerpo, convienen exactamente con los retratos que todo el mundo conoce y con los antecedentes suministrados por sus familiares, por lo cual el cadáver ha sido debidamente identificado.”

Más allá del ‘95

“La muerte es una victoria, y cuando se ha vivido bien, el féretro es un carro de triunfo.” J.M.

Bibliografía

Guilarte, Igor (2021) “José Martí y las reliquias de la muerte.”  Cubadebate http://www.cubadebate.cu Recuperado el 7 de mayo de 2022-

Peña, Damodar (2018) “La muerte y el arte. Cuatro visiones de la caída de José Martí en la pintura cubana”. Panorama, Cuba y salud, 13 (2) pp.105-110.

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