Luego de la caída en combate de El Mayor Ignacio Agramonte, fue el Generalísimo, Máximo Gómez quien recibió la terea de tomar las riendas de las tropas camagüeyanas. Estas contaban con la caballería mejor organizada de las filas cubanas y gran experiencia en acciones militares, una ventaja estratégica que Gómez aprovechó en función de las acciones armadas en que se llevaron a cabo en la región.
“Máximo Gómez tenía formación militar en el arma de la caballería. Cuando él llega a estas tierras, donde predominan las llanuras y por tanto la caballería tenía una capacidad de actuación superior, se sintió a sus anchas. Hay que plantear una cosa, Gómez llegó a Camagüey con la idea de la invasión a Occidente.” –Comenta el investigador Avelino Fernández Espert.
Gómez y las huestes camagüeyanas desarrollaron varias acciones de impacto como los ataques a Nuevitas y Santa Cruz del Sur, y los combates de la Sacra y Palo Seco, este último reconocido por varios especialistas en historia militar, como la acción más connotada de la caballería cubana en toda la guerra.
El dominicano dirige también el enfrentamiento de Naranjo-Mojacasabe, donde por primera vez en toda la contienda combatieron juntos patriotas del Oriente, Camagüey y las Villas. Además, en las Guásimas, desarrolla la única batalla de toda la Guerra de los Diez Años, en la cual causa más de mil bajas a las tropas españolas.
“Naranjo-Mojacasabe y las Guásimas a pesar de ser victorias impiden que se pueda comenzar la invasión a occidente en 1874 y ¿qué hace Gómez entonces? Desarrolla un plan de acción por todo el territorio camagüeyano tratando que los españoles piensen que ya no va a realizar la invasión. Muy sorpresivamente el seis de enero de 1875 atraviesa la Trocha de Júcaro a Morón, para dar el primer paso de la invasión.”-Agrega Fernández Espert.
Luego del cruce de la trocha deja al frente de la caballería en el territorio a Henry Reeve, quien posteriormente se une a la invasión a Occidente.
La Guerra de los Diez años no fue la única contienda bélica que tuvo la presencia del Generalísimo en Camagüey, en la del 95 tuvo importantes acciones en estas tierras.
En ambas ocasiones Máximo Gómez demostró su amplio dominio del arte militar, su destreza sobre el campo de batalla y su capacidad de plantear estrategias para vencer en combates en los que eran superados en cantidad de hombres y armamento. Su designación al frente del Camagüey no solo reflejó la confianza que el gobierno de la república en armas había depositado en él, también la importancia de mantener las conquistas de la causa libertaria en tierras agramontinas.