El cementerio general de Camagüey es el más antiguo en funcionamiento del país. Los 205 años que ostenta de fundado, bien ameritan esfuerzos en pos de su preservación. Diversos estilos arquitectónicos de alto valor patrimonial nos recuerdan los que confluyen en la ciudad, solo que estas moradas tienen otro fin: el de la eternidad.
Por tales razones, la Oficina del Historiador convocó a la Dirección Provincial de Servicios Comunales, a artistas del Fondo Cubano de Bienes Culturales y a un equipo multidisciplinario de la propia institución; para realizar una intervención en puntos de interés histórico de la necrópolis, espacios estos que ya recuperan sus detalles y enaltecen su imagen.
Los sitios de intervención son el primer y segundo tramo, algunas bóvedas en las calles tercera y cuarta y el Panteón de los Combatientes caídos en misiones internacionalistas en África.
Mientras se trabaja en los pormenores de cada sepulcro, quiero acercarlos a las historias de cada personalidad que hallaremos, en un recorrido por los caminos de la eternidad.
Hoy iniciamos por la tumba de Juan Torres Lasqueti, que cifrada con el número 4 en la calle principal, es la primera ubicada a la derecha.
Quién fue Torres Lasqueti
En la calle independencia, en la casona hoy convertida en dos viviendas con números 57 y 59, estuvo el despacho y también la vivienda de Juan Torres Lasqueti, quien es considerado entre los primeros historiadores de Puerto Príncipe.
Para hacer justicia a su obra, el Sello editorial El Lugareño perteneciente a la Oficina del Historiador, confeccionó un libro con su antiguo texto “Datos históricos y geográficos y estadísticos del Puerto Príncipe y su jurisdicción”; basado en las compilaciones de este historiador. El libro original en 1888 le mereció una medalla dorada al autor.
Gracias a los deseos de Torres Lasqueti de crear una memoria histórica del terruño, podemos encontrar allí datos de suma importancia. En este texto denuncia y describe el maltrato al que fueron sometidos los aborígenes cubanos y defiende la postura del Ejército Libertador, del cual fue fiel colaborador en la gesta de 1868. En el libro es evidente su apego al suelo natal y su pensamiento adelantado.
En esta colección de datos Lasqueti hace honor a algunos documentos de su antecesor Don Tomás Pío Betancourt, quien habla de la fundación de la Villa y luego de su traslado y asentamiento definitivo entre los ríos Tínima y Hatibonico.
Traer a la luz esta reliquia, con un prólogo de la investigadora Elda Cento, es un viaje al pasado y una interpretación del presente, que nos descubre la grandeza de la obra impresa que nos legara el emérito historiador camagüeyano.
Pocos se han acercado a la vida y obra de Juan Torres Lasqueti, la fecha de su partida fue un 5 de abril de 1900. Justo creo leer sus apuntes, que nos llevan al nacimiento de la villa y a la vida en aquellos tiempos.