La mística puede esconderse en la virtud de ser un niño. No a la fuerza, tampoco con la actitud arrogante y el esfuerzo visible de estar a su altura. Ellos los descubrirían.
Entonces, solo queda aprender y en ese intento, hablar y pensar como un adulto ya no es tan complicado y aburrido si creemos en un sentimiento ingenuo pero auténtico, real como los años que crecen y se visualizan jóvenes; sin embargo, abren los brazos para palpar el mundo como si fuese la primera vez.
Y en ese andar de contar otra vez la historia, de abrazar un sueño, encontré un adulto que lo entiende. Lo sé porque es difícil despegarse de los logros personales y egos para colocar en primer lugar la hazaña de otro.
Él me lo confirmó. Ahora tiene un estilo de vida muy diferente, se llama Arlequín y hace suyas palabras ajenas pero ciertas. Noble es la palabra para calificarlo, dice.
“Sensibiliza, educa, mueve pasiones dentro de la comunidad del centro histórico de la ciudad, por la calidad de las interpretaciones de los niños que han formado parte del grupo”, expresa.
“Arlequín ya forma parte del imaginario del pueblo de Camagüey. Arlequín es el proyecto de mi vida y ha propiciado muchas satisfacciones a las familias porque ha logrado transformar la mentalidad de muchos”.
Hay más, lo cuenta desde el inicio. Todo empezó en 1999 aunque dos años más tarde llegó casi de paso y ” la profesión me ganó”. Me explica que están representadas todas las manifestaciones artísticas y el objetivo principal es la formación del hombre nuevo desde una visión integral. Además resulta una prioridad incidir en la calidad de vida de la sociedad.
Ha sido así. Por estos días, cerca de los 23, llegan muchos mensajes por las redes sociales y reviven las anécdotas que por sí solas refieren el apego de los niños que son la razón de ser del Conjunto.
“Si un proyecto te penetra en la sangre irremediablemente te lleva por ese camino de ser otra persona. Ahora pienso de otra manera, me mueven otros sentimientos”.
Osmary Fustiel Águila, director y coreógrafo de la danza del Conjunto Artístico Arlequín entiende de mística, esa sensación de pensar como infante. Nueve generaciones le han enseñado, no teme decirlo. El proyecto, perteneciente a la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey, es de vital importancia porque en él van cualidades como la disciplina y la utilidad.
“Quisiera que fuera lo más grande. Es una de las cosas buenas que le ha pasado a esta provincia”, mira Osmary el presente y el futuro de Arlequín, el colectivo donde recuperó el espíritu de siempre encontrar el lado bueno, el ojo clínico para siempre hallar los destellos de la felicidad en compañía de quienes cambian el mundo con solo bailar, pintar, cantar, contar cuentos y escenificarlos; con solo la intención de ser sincero. De no ser así, ellos lo descubrirían.