Es tradición que quien tiene un patio en casa, al menos crie una o dos gallinas, pues así el huevo del desayuno está garantizado. Con la nueva noticia que llegó, tal vez ya no sea necesario tener aves en casa.
Una novedad tecnológica que por estos días colma los medios de comunicación y llena de curiosidad al ciudadano, es la apertura de una nueva granja avícola en Camagüey, con recogida de huevos automatizada.
La Unidad está en el km 3 del camino a las Clavellinas, es una reciente construcción y además del procesos modernos de origen Alemán, guarda entre sus ventajas ofrecer empleos a los vecinos cercanos y aumentar la producción de posturas de ave para la alimentación humana en la provincia.
En aquella tierra donde se marcó el camino de la independencia, cerca del obelisco que guarda la memoria histórica, también creció un pueblo, una base de Campismo y ahora una granja avícola con tecnología de punta.
La granja
Hasta allá llegamos gracias a un equipo de la Emisora Provincial Radio Cadena Agramonte, que me ofreció ser parte de su expedición y no perdí la oportunidad, pues ver de cerca los avances de la ciencia que llegan a mi tierra es un privilegio.
Nos atendió el director de la granja, Alberto Doval, por él conocimos que abrieron sus puertas el pasado mes de septiembre, para convertirse en la número 12 en el país y la primera de su tipo en Camagüey.
Las jaulas cuentan con cinco pisos, donde se aloja un total de 56 mil gallinas. La limpieza de las jaulas resulta sencilla al igual que la revisión del estado de las aves, además el alimento y el agua entran de forma permanente por unos conductos especiales.
Para la recogida de huevos cuenta con una estera metálica que va directo al almacén, donde se seleccionan según tamaño y calidad de la cascara, evitando las tres etapas en que se colecta y manipula la postura, con los métodos tradicionales.
Estas ventajas permiten elevar la productividad, se calcula cercana al millón de huevo mensual. También el colectivo es pequeño, lo integran solo 25 trabajadores y su mayoría son de las cercanías, hecho que facilita su entrega y compromiso, palpable en la chapea y limpieza de áreas verdes, mientras esperan el horario de la tarde para empacar la producción en los cartones y cajas.
En el almacén
Asistimos a la recolecta de esta tarde, con batas sanitarias y pasando por el filtro para desinfectar el calzado nos adentramos en una nave de grandes dimensiones y una ranfla para el despacho del producto que va directo a la distribuidora comercial.
Aunque las gallinas aún están en el periodo de adaptación que dura 112 días y no producen al máximo, en un momento hubo que detener la estera porque se desborda y no daban abasto los trabajadores. Fue muy curioso asistir a la parte del proceso que antecede la llegada del huevo a nuestra mesa.
Agradezco la experiencia a mis colegas: la periodista Gleibis Gómez y al subdirector de la Radio Fredys, fue un viaje muy productivo. En ocasiones resulta saludable alejarse de la ciudad y visitar sitios como Las Clavellinas, donde el progreso da continuidad al legado histórico de sus antecesores.