Solo al traspasar su puerta siento un respeto, un recogimiento, un sentimiento a veces indescriptible. La última vez que lo visité me sorprendí agradablemente, pues va cambiando su entorno a pasos agigantados para el regocijo de los camagüeyanos; esos que hemos sentido con lamento su deterioro y nos ha causado una gran pena muchos de los sucesos que allí ocurrieron tiempo atrás.
Si, el Cementerio General de esta ciudad ya tiene otro aspecto, gracias a la labor y empeño que la Oficina del Historiador viene realizando junto a un grupo de artistas, obreros, estudiantes de la Escuela de Oficios Francisco Sánchez Betancourt, instituciones y desde luego, la Dirección de Comunales, responsables máximos de su protección y cuidado final.
Recuerdo, por allá por los primeros años de este siglo, que nos empeñamos en concretar un proyecto para darle el lugar que le corresponde por los valiosos tesoros que guarda; pero solo hoy a varios años de soñarlo; se ha materializado.
Avances del proyecto
El primer tramo, ese que es el verdaderamente inicial, pues el resto, – al decir del gran amigo, investigador e historiador destacado Fernando Crespo Baró-, la otra parte es el Cementerio nuevo; ha dado un cambio diametral. Se restauran todos los sepulcros, sus ornamentos cobran su aspecto originario, se sustituye el mármol deteriorado por otro nuevo de gran calidad, se pulen jardineras, se coloca la herrería, se restituye la vegetación, en fin, una labor desde mi punto de vista exquisita y llevada al detalle.
Este asunto estuvo siempre en la mira de esta Institución, que definitivamente ha logrado ese sueño, que me compartió ya hace muchos años su director, y que desafortunadamente no había cuajado hasta ahora.
Este “Museo a cielo abierto”, como suelo llamarlo con frecuencia atesora tanta historia, que impresiona a cuantos lo visitan, desde la bóveda de Salvador Cisneros Betancourt, hasta la de la familia Simoni, el cenotafio erigido a Ignacio Agramonte, – nuestro más insigne patriota-; el de Dolores Rondón, una de nuestras leyendas más connotadas y significativas, y tantas otras, son muestras de la riqueza que esta tierra posee.
El Cementerio y su valor artístico
Pero si hablamos de historia tampoco debemos dejar de mencionar los valores artísticos que posee, los que con manos de seda son rescatados y restaurados en cada uno de los casos.
Al decir de la apasionada especialista de la Oficina del Historiador que se encuentra al frente de tan importante labor, se están concluyendo con rapidez muchas de estas obras y para la primera quincena del próximo mes estarán entregadas completamente.
No hay dudas que el amor, la sensibilidad, el humanismo y el sentido de pertenencia se han unido aquí a favor de este sitio, en el que todos confluiremos algún día y al que tenemos el deber, la responsabilidad, la obligación de cuidar, proteger y preservar, como ciudadanos de esta suave comarca de pastores y sombreros como la nombró una vez nuestro Poeta Nacional Nicolás Guillén.
Gracias a todos los que han puesto su pequeño o gran esfuerzo en virtud de lograr tan noble propósito, las actuales y futuras generaciones sabremos conservar este legado.