La declaratoria como Monumento Nacional del sitio histórico Potrero de Jimaguayú le otorgó una nueva condición al lugar, convirtiéndolo en una marca territorial que transmite una memoria histórica -no solo del Camagüey, sino también de Cuba.
Ahora bien, según los investigadores Manuel Romero, Manuel y Ondina Lolo, la memoria histórica es “(…) la huella social individual y colectiva, la preservación de las experiencias del devenir histórico (comunitario, regional, nacional y universal) que fortalece la relación de cada generación con sus raíces, con su herencia sociocultural, para mantener enriquecer y transmitir ese legado a sus descendientes (…)”.
Precisamente, la preservación de la memoria histórica desde los monumentos es uno de los aspectos más destacados de las configuraciones socioculturales actuales, acción que ha constituido una de las tareas fundamentales de la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey; pues desde la gestión patrimonial, arduas fueron las jornadas para convertirlo en un parque histórico, debido a los propios valores emanados desde los comienzos de su construcción.
Hacia la conformación de un conjunto escultórico
Inicialmente, tres obeliscos lo integraron. El primero de ellos fue levantado por la Secretaría de los Veteranos de la Guerra de 1868, con el objetivo de enaltecer la muerte del ilustre patriota, en 1928. El segundo, construido para significar y señalar la caída del escolta de Agramonte, el Teniente Jacobo Díaz de Villega, el propio día 11 de mayo de 1873. Y el tercero, que recuerda la celebración de la Asamblea Constituyente de Jimaguayú y la aprobación del texto constitucional.
Como complemento de los anteriores, figura un conjunto escultórico formado por tres piezas forjadas en metal, hormigón y ferrocemento, donde aparece la caballería camagüeyana. A ello se suma la edificación de un local para emplazar la maqueta, y de esta manera simular su caída en combate.
La construcción de una monumentalidad asociada a la figura de El Mayor encuentra en este conjunto, el espacio idóneo –momentáneamente- para cerrar un ciclo histórico y cronológico de la vida de este héroe; debido a que, como se expresa en el prólogo del libro Ignacio Agramonte y el combate de Jimaguayú, no existe todavía un túmulo donde descansen sus retos mortales.
De esta forma, trasciende su significación, al convertirse en el espacio más adecuado para expresar los merecidos honores tras su prematura muerte.
Fuentes:
– Adán Castaños, Yeni Yeisi. Los Potreros de Jimaguayú, un sitio de valor histórico indiscutible. http://www.ohcamaguey.cu/los-potreros-de-jimaguayu-un-sitio-de-valor-historico-indiscutible/.
– Raúl Izquierdo Canosa et al. Ignacio Agramonte y el Combate de Jimaguayú. Camagüey: Ediciones El Lugareño, 2018.
– Martínez Hernández, Ignacio y Julia María López Pardo. “Memoria Histórica y Patrimonio Documental en el departamento de Gestión de la Información del ICCP”. Instituto Central de Ciencia Pedagógicas.