Entre la luz y la sombra: Fidelio Ponce de León

Foto: Archivo OHCC
Share on facebook
Share on twitter

Sin lugar a dudas, Fidelio Ponce de León es una de las figuras más prominentes de las artes plásticas cubanas. Su obra trasciende más allá de una simple representación, pues tiene una gran carga sicológica; de ahí que pareciera que atrapase almas y no cuerpos, como bien expresaron otros pintores cubanos.

El camino a la genialidad y una vida de incomprensión

Aunque bebió de las influencias europeas, lo hizo sin nunca haber salido antes de Cuba. Igualmente trató de romper con los moldes académicos establecidos, pues buscaba algo más en el arte pictórico. El gusto por el color, característico de su generación, no estuvo presente. En sentido general, aparece desvinculado de las corrientes principales.

Su vida siempre se centró en pintar. No obstante, la incomprensión de la sociedad lo llevó a adentrarse en las adicciones y en la soledad, situación que lo sumió en un mundo interno en el que las miserias humanas fueron el eje de atención.

Fidelio Ponce reflejó así, desde sus trazos tristes, alargados y fantasmales, la decadencia humana desde distintas perspectivas: la pobreza, la desesperanza, el dolor, el silencio, la enfermedad y la muerte.

El reconocimiento del arte

Entre las exposiciones en las cuales participó se encuentran: en primer lugar, la de los salones de la sociedad Lyceum (1934), en la que resultó ser toda una revelación y un suceso difícil de clasificar y catalogar; también las celebradas en Delphic Studio de Nueva York, otras en Boston y Massachusetts, en el Palacio de Bellas Artes de México, en la Segunda Exposición de Pintores Cubanos en el Museo de Bellas Artes de Buenos Aires, en la Cuban Modern Paintings in Washington Collections; mientras que en la isla participó en 300 años de Arte de Cuba.

Entre sus cuadros más importantes destacan Las Beatas, Los niños y Tuberculosis. De esta última, se puede decir que representa uno de sus mejores momentos pictóricos y uno de sus cuadros más tristes y desgarradores. Plasmó en él todo lo que sentiría, al padecer tan terrible enfermedad.

El Maestro

Aunque vivió prácticamente de dar clases que casi nunca cobraba, en su andar y peregrinaje artístico no dudó en transmitir sus conocimientos a los niños pobres; y en sentido general, a los desposeídos que habitaban en la periferia de la capital.

Conclusiones

Si bien no alcanzó el éxito merecido en su momento, hasta quince años antes de su muerte (1949), desde una pintura abiertamente feísta, el llamado Alfredo Ramón Jesús de la Paz Fuentes Pons e inmortalizado como Fidelio Ponce de León, logra trascender a la posteridad, con una obra genuina y revolucionaria para la época en la que le tocó vivir.

Fuentes:

– fotosdelahavana. Fidelio Ponce de León, el pintor de los trazos tristes.

– Museo Nacional de Bellas Artes. Fidelio Ponce Tuberculosis, 1934. www.bellasartes.co.cu.

– Betancourt Vera Maura. El color de la Tuberculosis. Revista Cubana de Tecnología de la Salud. Vol 8, No.2 (2017).

Más relacionados