Legado aborigen en un texto de La Avellaneda

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Signada por su notorio carácter antiesclavista, la novela Sab, de la camagüeyana Gertrudis Gómez de Avellaneda, tiene otra singularidad prácticamente desconocida: es posiblemente el primer texto literario con alusiones a pictografías indocubanas.

Reunidas en un mural de más de 10 metros de longitud, dividido en dos sectores, y con un alto grado de estilización en una especie de cenefa, las pinturas fueron plasmadas en la cueva de María Teresa, actualmente situada en el área protegida de Limones-Tuabaquey, Sierra de Cubitas, en el norte de la provincia de Camagüey.

El acceso a esa oquedad, a 120 metros sobre el nivel medio del mar, figura entre las opciones del turismo de naturaleza en Limones-Tuabaquey.

Una de las facetas del libro, publicado por primera vez en 1841 en Madrid, ubica las acciones en la Sierra de Cubitas, de casi 60 kilómetros de extensión y principal conjunto de elevaciones de la provincia, la mayor del país.

Esa visita incluye una excursión a la cueva, realizada por personajes como el mulato esclavo Sab, enamorado de Carlota, hija del amo, y Enrique Otway, novio de la muchacha.

Gertrudis Gómez de Avellaneda describe el recinto subterráneo, pero  algunas descripciones están sazonadas por la ficción literaria, y acerca de los dibujos expresa, entre otras consideraciones:

“Los naturales hacen notar en la Cueva llamada de María Teresa pinturas bizarras designadas en las paredes con tintas de vivísimos e imborrables colores, que aseguran ser obra de los indios (…)”.

Las pictografías del lugar son también la primera referencia científica a dibujos indocubanos en el país, hecho revelado en el Artículo adicional a los apuntes para la historia de Puerto Príncipe, incluido en el tomo IX de las Memorias de la Real Sociedad Patriótica de La Habana volumen  impreso en 1839, dos años antes de la publicación de la novela.

Esa publicación circulaba en todos los dominios españoles, por lo que la noticia trascendió las fronteras cubanas, hecho acentuado por su inclusión en el texto de la intelectual camagüeyana, quien nació en 1814 y falleció en 1873 en España, donde permanecen sus restos.

Aunque insertada en el contexto de la narración literaria, la referencia al mural en Sab devino también una vía de difusión popular del legado indígena, uno de los indudables componentes de la cultura cubana.

Acerca de la novela hay una versión coreográfica creada por Reinaldo Echemendía, director del Ballet Folklórico de Camagüey, y la cual fue estrenada por esa compañía en el 2014, año del centenario del natalicio de la fallecida intelectual, quien fue narradora, poetisa, dramaturga y periodista.

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