Las vacaciones en el caluroso mes de agosto resultaron difíciles para un niño como Tomasito, quien es inquieto y creativo; y a pesar de las altas temperaturas deseaba salir a ver el mundo de su ciudad. Por eso, una amiga de la familia le recomendó un viaje sobre rieles, con la seguridad de dejarlo sorprendido.
Así fueron mamá, abuela y Tomás de Armas Hidalgo hasta el Museo Ferroviario e iniciaron un viaje en el tiempo, que ahora cada semana el niño de 9 años quiere repetir. Según nos dice con los ojitos muy brillantes, él quiere ser innovador y allí hay muchas locomotoras que algún día podrá reparar.
El recorrido de Tomasito
Junto con un grupo de otros niños de diferentes edades, todos con altas expectativas y ansiosos por entrar, comienza la visita guiada al Museo.
Después de la bienvenida a bordo, en este viaje por 5 estaciones imaginarias, encontrarás historia, tradiciones, uniformes, objetos y términos relacionados al sistema y la tecnología dedicada al aprendizaje -a través de juegos y carteleras digitales.
Primera parada en el coche más antiguo que circuló en Cuba, el Pullman, factura norteamericana, confort, elegancia y literas incluidas.
Avanzamos al coche book, con igual elegancia y modernidad. En estos vagones viajaron importantes personalidades de la época.
Siguiente parada en la estación el ferroviario. Allí un mural de honor distingue a trabajadores que marcaron momentos importantes en el devenir de este importante medio de transporte.
Avanzamos y nos encontraremos con imágenes de las diferentes locomotoras Diesel utilizadas en el país, cruceros y señales, un sitio especial a la memoria del movimiento obrero ferroviario; con un apartado para Mario Aróstegui Recio, quien fue trabajador ferroviario y el primer hijo de esta tierra en abonar con su sangre la lucha en la clandestinidad contra el dictador Fulgencio Batista.
En el centro de otra vía llama la atención una hermosa maqueta, dedicada a la primera locomotora de vapor, que circuló en el tramo Camagüey – Nuevitas.
Tomasito está muy atento a las explicaciones. Le pregunta a la guía cuándo puede hacer sus fotos en la locomotora rusa (52689) y llamada popularmente “casa de Guano”, por la forma de sus bordes superiores delanteros.
Con el teléfono celular de su mami en mano, tira la foto y continúa el viaje. No quiere perderse nada.
De regreso
Antes de finalizar el recorrido, la especialista ofrece una caminata por el andén, que en sus extremos guarda como atractivos la escultura homenaje al liniero y la inspección de relojes, con diferentes usos horarios del mundo.
De frente está el patio de locomotoras de vapor que funcionaron en diversos centrales azucareros y hemos llegado a la estación de regreso. Suena el silbato, terminó el viaje en la línea de tiempo que une el nacimiento del ferrocarril en la ciudad y su actual funcionamiento.
Pero Tomasito quiere más fotos y entrar al patio para ver las máquinas de cerca. No para de preguntar.
“Vamos, hijo, que ya es tarde”, dice su abuela. “Me voy si puedo volver pronto y traer a mi hermano Kevin”: esa es su condición.
Así fue la experiencia de varios niños asistentes al Museo Ferroviario este verano, quienes, agradecidos por este viaje sobre los raíles del tiempo, desean el pronto retorno.