Desconocida para muchos fue la camagüeyana Adela Morel, la guardiana de la única copia, hasta ahora conocida, del documento donde Perucho Figuerdo plasmó de su puño y letra La Bayamesa; y que hoy atesora el Museo Nacional de la Música. Según Gómez Cairo, era una niña cuando le pidió a Perucho, quien visitaba la finca familiar principeña nombrada Santa María, le facilitara la reproducción de la letra y la melodía, sin saber la importancia que tendría esa acción. Este hecho, que Adela mantuvo en secreto durante muchos años, ocurrió un 10 de noviembre de 1869.
Características del documento entregado
En dicho documento, al decir del investigador anteriormente mencionado, podían observarse dos peculiaridades. Por una parte, al subtítulo con que apareció La Bayamesa en el periódico El Cubano Libre, de “Himno patriótico”, su autor le añadió el adjetivo “cubano”; por la otra, además de las dos estrofas escritas sobre la melodía, que coinciden totalmente con las publicadas en aquel rotativo, se añadieron más para ser igualmente cantadas con la misma música.
Asimismo, alega, es una partitura incompleta, por lo cual técnicamente y desde el punto de vista musical, se le debe considerar un guión músico-literario y no una partitura acabada, en el sentido más estricto del término.
Salida a la luz
Si bien existen diferentes opiniones con la fecha de su salida a la luz, pues algunos consideran fue en 1900, también se tiene en cuenta la publicación realizada por el periódico El Fígaro, el 3 de mayo de 1912 en La Habana, de una carta firmada por Adela Morel de Oñoz, dirigida a Fernando Figueredo (sobrino de Perucho), mediante la cual le encargaba y autorizaba entregar y donar al Museo Nacional, posteriormente Palacio Nacional de Bellas Artes y en la actualidad Museo Nacional de Bellas Artes, la copia inédita de dicho documento. Esta estuvo hasta 1971 en dicha institución, fecha en la que se crea el Museo Nacional de la Música, al cual fue trasladada.
Ahora bien, como parte del proceso creativo del himno, según Delio Orozco González, la Comisión Patriótica pro-Himno Nacional solicitó a Antonio Rodríguez Ferrer, en 1929, una nueva armonización e instrumentación; utilizando para ello la copia autógrafa de Perucho, regalada a Adela Morel. Con esta nueva elaboración la composición musical fue dotada de una mayor funcionalidad, muy superior a la transcripción realizada por el también camagüeyano Emilio Agramonte, tomada de la tradición oral, pues le agregó una introducción marcial, mientras que la nueva instrumentación y armonización fue adaptada para ser interpretada por una banda.
Consideraciones finales
Aquella simple acción efectuada por Adela Morel como símbolo de admiración, compromiso y respaldo a la causa independentista, nos permitió atesorar y conservar un preciado documento, convirtiéndola, sin duda alguna, en la guardiana del Himno Nacional.
Bibliografía
Gómez Cairo, Jesús. (2018). “Breve historia del himno nacional de Cuba. Ediciones Museo de la Música”.
Orozco González, Delio G. (2018). “Notas para repensar el Himno Nacional de Cuba: La Bayamesa”. Boletín cultural De Manzanillo.