No nublarás la vida

Foto: Tomada de http://www.comeca.org
Share on facebook
Share on twitter

Realmente ha tocado las fibras de mi corazón; pero hoy lo siento tan distante, tan ajeno, tan perdido que me pregunto si al principio disimulaba e intentaba no darme cuenta.

Duele tanto no saber cómo ayudarlo. Empecé haciéndole prometer, y en estos casos las promesas no valen, luego llegué casi a volverlo loco, le reclamaba y perseguía, así solo conseguí alejarlo más, ahora estoy en la fase de la ignorancia; pero solo yo sé cuánto me duele…

Cualquiera podría pensar que estoy hablando de una traición o que el problema es tan grave que la solución parece volar sin saber cómo alcanzarla, no está muy ajeno a esas hipótesis.

Muchas veces somos destinatarios de esa densa nube y no lo percibimos, o si lo hacemos no estamos conscientes de la gravedad que esos hechos encierran.

Él tiene una familia por la que velar, una hija que cuidar; pero sigue allí; en él quién piensa, quién lo ayuda, quién lo cuida. Deseo que sus 26 años no le toquen cargar a futuro una maleta bien pesada de enfermedades, padecimientos y hasta Dios sabe cuántas escenas negativas puede acarrear.

Ojo no soy de las que piensa en negativo y vive amargada por lo malo que pueda ser esto ni aquello, solo avizoro reacciones de acciones; mientras su pacto con el cigarro va creciendo más cada día sin saber cómo parar.

¡Tranquila, no te preocupes!¡No me preguntes más sobre eso que no me gusta! ¡No voy a fumar delante de ti, porque te respeto y sé que no te gusta!  ¿Pero, y qué gano yo con tantas respuestas, que al final me cierran en un callejón sin salida en el que cada día puedo ayudarlo menos? Y nada de hablar de terapias, no le hacen falta, no le gusta y punto. Pero sé que no es así, sé que toda su vida ha seguido un patrón, ha visto y ha imitado casi sin saberlo.

Después vino la beca, la lejanía, el grupo, la constante de que todos los amigos llenan el entorno de esa densa nube que no soporto, que me asfixia más el alma que los pulmones.

Verlo con el cigarro en la mano hasta ganas de llorar me provocan, no es cualquiera que está quemando su vida, no está lejano a mis intereses, no es un desconocido, es un ser humano que merece un futuro mejor.

¿Qué vida piensa vivir si la convierte en humo y vicio perenne? Aún cuando sean cuatro o cinco diario, lo está dominando, en la mayoría de las ocasiones lo hace esconderse hasta que tranquiliza su dependencia.

No logra nada con disimularlo, vivo cada minuto de su escape como si yo misma estuviera llenando mis poros de ese desagradable olor a nicotina que queda impregnado.

Le he propuesto hasta embarcarme en ese viaje casi sin regreso, para buscar una vía de escape, porque estoy segura que si lo hago junto a él soy capaz de salir y demostrarle que también puede; pero no quiere.

Ya no sé qué más hacer, sólo no quiero que sea una más de las lamentables muertes por tabaquismo, que cada año abrazan ese triste final; apegados al cigarro como si fuera su única salvación.

Y aunque parezca, para muchos que piensan que la adicción al tabaco es algo normal, una exageración de mi parte siento que no me puedo quedar con las manos cruzadas debo darle batalla a esa triste adicción; la cual pretende dominar la vida de muchas personas en el mundo. Ojalá para los que hoy lean esta historia real; decidan que es el día de cambiar su vida.

 

Licenciada en Periodismo por la Universidad de Camagüey (2014). Editora de textos. Profesora universitaria. Cubana 100%. Me encanta mi profesión, la música, la naturaleza. Adoro el amor de la familia y de los amigos sinceros. Confío en el mejoramiento humano. Defiendo los animales e irradio amor cuando escucho al dúo Buena Fe o cuando mi hija me dice que me ama.
Más relacionados