Por: Rancel Castillo Matamoros
La Protesta de Baraguá resultó ser la respuesta política que volvió a colocar en primer plano los objetivos de la revolución contenidos en el “Manifiesto del 10 de Octubre”. Se alza en nuestra historia nacional como uno de los hechos de mayor trascendencia, en el ámbito político-moral dentro de nuestras gestas independentistas.
Su necesaria existencia se devela en los diversos factores, hechos y razones- objetivas y subjetivas- que demostraban el resquebrajamiento de la ya vulnerada unidad concebida en Guáimaro, confluyendo finalmente en el Pacto del Zanjón. Se destacan en este proceso de deterioro revolucionario las diversas y reiteradas crisis de autoridad en el Gobierno de la Republica en Armas, en brotes de desobediencia expresadas por caudillismos y regionalismos, inconsecuentes con los anhelos de liberación nacional.
Lagunas de Varona
A partir de 1875, el detrimento de la cohesión revolucionaria ostenta una expresión determinada en los sucesos en “Lagunas de Varona”, lo que obligó a definir en el transcurso de la guerra cuáles problemas eran prioritarios para el triunfo de la misma y cuáles, a pesar de su agudeza, eran necesarios posponer para no invalidar el desarrollo de la gesta.
Aunque los participantes en Lagunas de Varona no fueron los mismos que participaron en el Zanjón, sus acciones conformaron uno de los precedentes sobre los que se erigió tan ignominioso pacto de humillación. A su vez, el crecimiento de tendencias claudicantes dentro de las filas mambisas y el frustrado intento de Invasión a Occidente, se suman a las medidas tomadas por Arsenio Martínez Campos con el fin de desmantelar el ideal revolucionario; ofreció este medidas reformistas y condiciones ventajosas, para aquellos que claudicaran.
Todos estos elementos conforman el cuerpo cohesionado de factores que determinan las causas de la desintegración de la Cámara de Gobierno de la Republica en Armas, y consigo, la creación de un Comité del Centro en plena disposición para firmar una paz sin independencia.
El Mayor General Antonio Maceo Grajales
En medio de este panorama se erige la figura del recién ascendido a Mayor General Antonio Maceo Grajales, quien, con un estallido de heroica dignidad, intentó con plena serenidad reorganizar el movimiento revolucionario; sobre la base de un hecho político que sirviera de referencia y punto de partida, ante la crisis en que estaba sumido dicho movimiento. Al mismo, tiempo intentar lograr los objetivos históricos del movimiento revolucionario.
La Protesta de Baraguá
La Protesta de Baraguá resultó ser la respuesta política que volvió a colocar en primer plano los objetivos de la revolución, contenidos en el “Manifiesto del 10 de Octubre”.
Uno de los acontecimientos más importantes de este hecho es que, su protagonista surgió de las filas más humildes del Ejercito Libertador, y ascendió escaño por escaño hasta el grado de Mayor General. Encarnó y representó consigo la línea de continuidad del pensamiento revolucionario de Carlos Manuel Céspedes, y a su vez, la presencia de una fuerza social capaz de seguir sosteniendo el programa independentista de La Demajagua.
Un carácter democrático y popular
En Baraguá, Antonio Maceo se rodea de jefes militares que basaron su apoyo en el hecho de que en el Pacto del Zanjón no se resolvían los dos problemas fundamentales de la guerra- la abolición de la esclavitud y la independencia de la isla– por los que se había derramado tanta sangre durante 10 años. Esto le otorga a este hecho sin precedentes en nuestra historia, una dimensión de carácter democrático y popular.
En este contexto de sublime heroicidad, el intelectual cubano Eduardo Torres-Cueva afirma que:
(…) A partir de ese momento Martínez Campos comprendió que (…) Aunque la guerra, más tarde o más temprano, cesara, ello a lo largo solo se convertiría en una tregua, porque el Espíritu que se expresa en Baraguá era la permanente presencia de un ideario de plena soberanía enraizado
en las aspiraciones de un pueblo(…)[1]
La última palabra de Maceo, dirigida a Martínez Campos en Baraguá:
(…) podía ser la primera de nuestro vocabulario cívico (…) La rebeldía de Baraguá se caracteriza especialmente por un NO soberbio, nutrido de insobornable valor revolucionario, que lanzó con fuertes clarinas, como para que lo acogiera la Historia y lo imitara la posteridad (…)[2]
Bibliografía
Torres Cuevas, Eduardo: Antonio Maceo Las ideas que sostenían el arma, Ed. Imagen Contemporánea, La Habana, Cuba,2012
Colectivo de Autores: Instituto de Historia de Cuba, Historia de Cuba Las Luchas Tomo II Primera Parte, Ed. Félix Varela, La Habana,2002
[1] Torres Cuevas, Eduardo: Antonio Maceo (2012) Las ideas que sostenían el arma, Ed. Imagen Contemporánea, La Habana, Cuba, p.177
[2] Torres Cuevas, Eduardo (2012) Antonio Maceo Las ideas que sostenían el arma, Ed. Imagen Contemporánea, La Habana, Cuba, 2012. p.177