Francisco Sánchez Betancourt en las líneas del Apóstol

Foto: Jose A Cortiñas Friman
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Como un hombre que “vivió toda la guerra, por la extraña salud que da el honor, y la energía del campo libre, y el afán de hacer bien” describió el Apóstol a Francisco Sánchez Betancourt, en un texto publicado en el periódico Patria en septiembre de 1894. A finales de agosto, el día 30, el camagüeyano había fallecido; y Martí lo retrató como si le devolviera la vida.

En sus líneas, el Heróe Nacional entremezcla las cualidades del cuerpo y el alma del patriota, cuando apunta: “(…) de tez tostada como nuestro maíz, con la frente vasta del entusiasmo y los pómulos recios de la voluntad, y la mirada melancólica y honda que conoce y cura de infamias del mundo (…)”.

Trayectoria revolucionaria

Sánchez Betancourt integró la Asamblea del Centro, el 26 de febrero de 1869, en Sibanicú. Allí signó junto con Ignacio Agramonte, Salvador Cisneros, Eduardo Agramonte y Antonio Zambrana el decreto que aboliría la esclavitud en el país. Refiriéndose a ese acontecimiento, el más universal de los cubanos afirma: “(…) con mano lúcida de los que van a morir firmó el decreto de emancipación de sus semejantes”.

La determinación de Francisco y su compromiso con el proceso independentista fueron esbozados por el Apóstol con sus palabras. Martí escribió: “Hay hombres de luz nula, que pasan por la tierra quemando y brillando, como el bólido rojo que cae desde el cielo, parecido a las almas que descienden de su propia virtud, y silban y chispean, de modo de serpiente agonizante, y hay otros de luz continua y tenue, que esplenden, como las estrellas leales, en la noche pavorosa”.

Sin poder vencer la batalla contra la tuberculosis, Sánchez Betancourt fallece el 30 de agosto de 1894, fecha en la que sumaba 67 años de edad. “Ahora aquella mano yace inmóvil, como jurando aún, bajo el féretro cubierto de las coronas de Cuba agradecida, de su Camagüey incorrupto y reverente” (José Martí).

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