Por Legna María Caballero y Alejandro García Gutiérrez
La memoria histórica de una ciudad siempre termina uniendo sus personalidades más queridas. Cuando Ignacio Agramonte comandaba la caballería del Camagüey, ya compartía amistad con Aurelia Castillo; una joven que comenzaba a destacar en el panorama literario.
Aquella mucha se convirtió en una excepcional escritora y periodista, capaz de abordar temas relacionados con los derechos de las mujeres y los perjuicios hacia la mujer negra.
No es casualidad que, formando parte de la vida cultural de la urbe, Aurelia participara en la gala artística en el Teatro Principal, el 26 de febrero de 1912, dos días después de la ceremonia de develación de la estatua ecuestre de El Mayor.
Allí declamó alguno de sus poemas y presentó Escritos de Aurelia Castillo de González, libro que tuvo aproximadamente 60 impresiones en una edición única.
La devoción de Aurelia por Ignacio y la amistad entre ambos, mantuvieron a la escritora ligada a la familia Agramonte Simoni. Es por ello,que esa noche del 26 Aurelia regala a Amalia uno de los ejemplares del libro, dedicado en puño y letra; siendo recibido entonces por su hija Herminia Agramonte. Dicho libro es una de las rarezas más exquisitas que custodia el Archivo Histórico de la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey.
Los escritos resultan un testimonio literario de especial importancia para la cultura agramontina y su primera página le otorga un significado especial, dado a la unión simbólica de aquellos que siempre serán hijos sagrados de nuestro Camagüey.