El regalo de Nicolás Guillen a una quinceañera

Foto: José A. Cortiñas Friman
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Por: Enrique Atienzar Rivero

El segundo mes del año reserva momentos inolvidables. El día 24 se recuerda el comienzo de la Guerra Necesaria, liderada por José Martí; también se festeja la fundación de la otrora Villa de Santa Maria del Puerto del Príncipe.

En estas jornadas de celebración por la efeméride principeña, acuñada el 2 de febrero de 1514 (511 años este febrero), Lourdes Soler Velazco siente el regocijo y la emoción de que Nicolás Guillen tuviera un gesto con ella; un obsequio que conserva como un tesoro.

Días antes del 11 de febrero, fecha del onomástico suyo, el Poeta Nacional preguntó a Nicolás Soler Agosto, que le gustaría  recibir su hija como regalo. Recogido de hombros, la respuesta fue: el silencio, expresión de la modestia que lo caracterizó.

Un chofer de alquiler, procedente de la Capital, fue portador del obsequio: una máquina de escribir Underwood, recibida por el padre en el lugar donde vivía la familia en la calle Santa Rita 158, entre Industria y Lugareño.

Al regreso de la escuela, cuenta Lourdes, “encontré encima de mi cama el regalo envuelto en papel celofán y con un lazo de cinta falla.

“¡¿Y este regalo!?”, preguntó entre sorprendida y contenta. “Te lo mandó Nicolás Guillén”, respondió el padre, quien fuera en la década de 1956 profesor de mecanografía, taquigrafía e idioma de la Escuela Profesional de Comercio.

A la familia Guillén le unía una profunda amistad, tanto con Nicolás como con Pachito, el hermano, residente entonces en el reparto Vista Hermosa.

“La máquina la conservo en mi casa. Con ella tengo múltiples usos mecanográficos, relacionados con la profesión de pianista que ejerzo y combiné con la enfermería en el hospital Lenin, de Holguín; paso que di a un llamado de Fidel para apoyar la institución con fuerza especializada, hasta volver de nuevo a mi Camagüey”.

“Panchito cada vez que me veía, decía: Nicolasito quiere que cuide mucho el regalo que te mandó”, comentó Lourdes remarcándolo de nuevo como un tesoro.

En los viajes del Poeta Nacional a Camagüey, su ciudad de Pastores y Sombreros, una que otra vez, Lourdes tuvo la suerte de reciprocarle saludos; como ocurrió en el lobby del Gran Hotel, acompañado esa vez del escritor Raúl González de Cascorro, o en el andar por la casa del Colorao, su barbero, o por la calle Bedoya.

Lourdes fue una persona que tuvo relaciones con la vedette de Cuba, Rosita Fornés, con Bola de Nieves y otros  grandes artistas cubanos.

Con 76 años no cede espacio  al cansancio. Miércoles, jueves y viernes en horario matutino, y hasta que el reloj marca el meridiano, quien quiera conocerla puede llegar al Centro de Cerámica, en la calle Republica, frente al Parque de El Amor, y escuchará sus interpretaciones musicales, retirándose seguramente muycomplacidos.

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