El necrocomio o sala de autopsias y depósito de cadáveres fue inaugurado el 20 de octubre de 1887, gracias a la contribución de Monserrate Canalejo e Hidalgo Gato, viuda del Lugareño.
La memoria del hecho se encuentra registrada en una tarja de mármol blanco colocada en una de las paredes interiores del local con la siguiente inscripción: “iniciada por la Sra. de Monserrate Canalejo de Betancourt en 1886. Construida por el m. y. a. durante la presidencia del Sor. Alcalde d. Horacio Silva Sariol en 1887”.
Estuvo conformado por dos habitaciones: la primera dedicada a sala de espera y depósito de cadáveres, mientras que la segunda funcionaba como local de autopsias.
Se construye bajo la advocación de los códigos neoclásicos, los pisos de los locales y las aceras exteriores eran de mármol de carrara, incluida la mesa para la realización de autopsias.
En el siglo XX los mármoles de la mesa fueron sustituidos por azulejos, además de sufrir modificaciones en su fachada y en la carpintería. Así estuvo funcionando hasta cerca de 1980; pero el tiempo y el desuso lo destruyeron, luego cambia su función hasta ser convertido en depósito o almacén de materiales de construcción.
Por poseer este sitio un alto valor arquitectónico, histórico y contextual, la Oficina del Historiador de la ciudad, como parte de la restauración que acomete en el Cementerio General de Camagüey, trabaja por rescatar y devolverle sus valores, mejorando el entorno y conservando aquellos rasgos que le son peculiares.
Un poco de historia
La calle de los ángeles o tercer tramo del Cementerio, fue construido entre los años 1859 y 1868 debido a una nueva epidemia de cólera morbo que duró hasta 1863. El Ayuntamiento, con el fin de aumentar los espacios para los enterramientos, aprueba la segunda ampliación del Cementerio.
Con ese propósito se adquieren los terrenos de las calles Camposanto y San Gregorio, en los que se efectuó el amurallamiento del tramo. El 12 de febrero de 1863 se bendijo, y el 26 del propio mes, por orden superior, se entregó la llave al Capellán y comenzó a utilizarse el terreno para enterramientos comunes.
El terreno fue destinado a las familias notables y a personalidades relevantes de la ciudad. En la parcela marcada con el número 278, en la manzana noreste fueron incinerados parcialmente los restos de quien fuera considerado uno de los patriotas más importantes de Camagüey y de Cuba: el Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz; también están la Capilla de Gaspar Betancourt Cisneros, el Lugareño, el Cenotafio del Enfermero Mayor , conocido como Padre Olallo, lugar donde estuvieron sus restos por 115 años, antes de ser trasladados a la iglesia de San Juan de Dios en la cual reposan luego de su santificación. Se encuentra, además, la Capilla familiar, donde reposan los restos de Carmen Zayas-Bazán, madre del hijo y viuda de José Martí, la Capilla del General Lope Recio, la de Aróstegui, entre otras personalidades.
En esta época, para la construcción de bóvedas y mausoleos, se requería la presentación del plano y memoria correspondiente, junto a una solicitud para que el arquitecto municipal y el regidor inspector procedieran a expedir la correspondiente licencia; por lo que este tramo es uno de los más armónicos dentro de la necrópolis camagüeyana, se caracteriza por la belleza de sus construcciones y del arte funerario.
¿Por qué del Necrocomio?
En 1886, al resultar nuevamente insuficiente el espacio en la necrópolis se hizo imprescindible la ampliación del tramo: la tercera ampliación del cementerio.
En la nueva ampliación, Francisco Cabrera Porro, perito del Cuerpo de Ingenieros y experto que se desempeñaba como maestro de obras civiles y militares. Previó en su proyecto, ubicar en su cuadrante sureste un espacio para la Sala de Autopsias y Depósito de Cadáveres, dando respuesta a la necesidad de su construcción.
Desde febrero de 1887 se registra el Oficio No. 90 del alcalde presidente Horacio Silva Sariol, notificando al administrador del cementerio sobre el acuerdo del Ayuntamiento acerca de la encomienda de crear las condiciones para la edificación de la sala de autopsias.
El administrador del camposanto conjuntamente con el inspector del sitio, fueron los encargados de solicitar una casa pequeña inmediata al lugar para servir de depósito y sala de necrosis, así como la obligación de comunicar inmediatamente el importe del alquiler.
Mientras que, por mediación del Oficio No 237, del 1 de abril del propio año, el mismo alcalde, Horacio Silva, informa la aprobación del Ayuntamiento para tomar en alquiler, con un precio de 1.50 pesos mensuales, la vivienda inmediata a la necrópolis, marcada con el número 53 de la calle de San Luis Beltrán.
La solicitud y construcción de un necrocomio buscaba liberar el inmueble utilizado para esas funciones, rodeado de viviendas, debido al posible riesgo de contaminación de enfermedades al vecindario y por los malos olores despedidos por los cadáveres en espera de inhumación.
El local alquilado a cargo de del señor Juan Riverol, hubo de realizársele reparaciones ascendentes a cinco pesos, los cuales fueron descontados de las primeras mensualidades del contrato. Para el 15 de octubre de 1887, el local fue desocupado debido a la terminación del Necrocomio construido en el camposanto.
La Oficina del Historiador y un Museo a Cielo Abierto
Al sitio se le propuso un cambio de uso, por lo que será un Centro de Interpretación, un espacio institucional impulsado por la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey. Estará dirigido a fortalecer y promover los valores que atesora el lugar; para lograr una interacción con el público y la comunidad, dotándolos de elementos que amplíen su visión con respecto al cementerio y lo reconozcan como un punto de importantes valores patrimoniales dentro del entorno citadino. Y además tendrá la misión de convertir al sitio, respetando sus fines y propósitos cementeriales, en un Museo a Cielo Abierto.
Las personas cuando visiten el Centro de Interpretación tendrán la posibilidad de acceder a las rutas o senderos, una propuesta para conocer el museo a cielo abierto que atesora la rica historia de nuestro Camagüey.
Estas rutas se subdividen en: sendero patriótico, que incluye los veteranos de la guerra del 68, del 95, la lucha insurreccional y los internacionalistas caídos por la defensa. Mientras que los senderos de las leyendas y los epitafios, el de los médicos, los maestros, los músicos, los historiadores, los arquitectos, los héroes del trabajo, deportistas y el de la peregrinación por el aniversario de la villa con la participación de los trabajadores de la Oficina del historiador; también invitan a completar el contenido histórico y patrimonial que conserva el Cementerio General de Camagüey.
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Consultas del libro “El Cementerio general de Camagüey: la otra ciudad; de la doctora Adela García Yero