¿Qué sería de un investigador, si luego de pasar horas en solitario, revisando archivos y bibliotecas, no tiene un espacio para brindar y compartir esos conocimientos?
Con esa interrogante comencé una hermosa conversación con Fernando Manzo Alonso, el presidente de la Unión de Historiadores de Cuba, Filial Camagüey, por sus siglas UNHIC. Con la escasa brisa de junio en la hermosa casona dedicada a La Memoria y acompañados del refresco de la siempre amable y cariñosa profe Telma, compartimos interesantes detalles sobre esa historia que viaja entre la oralidad de sus testigos, pero que tanto falta por escribir.
Desde 2017 forma parte del claustro del Departamento de Historia de la universidad de Camagüey, Ignacio Agramonte, donde se formó. Allí imparte clases de Historia de Cuba Colonial e Historia de la Región. Dice sentirse realizado al contribuir con sus investigaciones a la formación de la nueva generación de historiadores, debatir con los jóvenes y ver otros puntos de vista.
Fernando
El joven licenciado en Marxismo e historia, Máster en Estudios Cubanos en el Caribe y Doctor en Ciencias de la Educación, ha dedicado su carrera a investigar sobre “La Historia de la Educación Pública en Puerto Príncipe”, que inició en 1900 con la ocupación norteamericana.
Cuenta que un grupo de camagüeyanos visitaron la universidad de Harvard, dentro de ellos algunos blancos, negros y mulatos, que sabían leer y escribir y ante un llamado que hizo el gobierno a integrarse a la docencia fueron a un intercambio de tres semanas a recibir instrucciones y prepararse para educar.
Salieron en el buque Makcleyan de la marina EEUU, por el puerto de Nuevitas, llegaron el 4 de junio sobre las 7.30 PM, hecho que refuta su posible participación en las celebraciones por el día de la Independencia Norteamericana que fue en la mañana. Algunos periódicos de la época los relacionan con la efeméride como parte del recibimiento que tuvo lugar en La Casa Blanca, pero solo para formalizar el inicio de su preparación como futuros maestros.
De esa experiencia salió el primer historiador de Morón (entonces territorio de Puerto Príncipe), Pedro Subirá, quien mucho aportó a la historiografía de ese territorio.
Como Maestro
Este joven apasionado a la historia, con sus investigaciones enriquece su clase de cada día, demuestra el amor y orgullo por sus coterráneos y no detiene esa búsqueda incansable sobre sucesos que aún no están en los libros, pero sí definen nuestra identidad y aguardan por un estudioso que los encuentre, profundice y ponga en blanco y negro sus esencias para darlas a conocer.
Hemos compartido una mañana de lujo, hablamos también de Agramonte, Máximo Gómez y otros patriotas que apostaron todo por una nación justa e independiente.
Pero como dijera nuestro apóstol Honrar Honra, Fernando no puede dejar de agradecer a su maestro y tutor en sus tres experiencias académicas: el DrCs. Alodio Mena Campo, quien siempre estuvo a su lado para llegar a tantos finales felices como el de poder publicar su exploración sobre “La Educación Pública en Puerto Príncipe” en un anuario Argentino.
Y antes de despedirnos y agradecerle por la clase particular que recibí esta mañana, los pasos de Fernando siguen sigilosos otra nueva aventura. El incansable historiador no detiene sus andares entre los resquicios de la historia local, ahora se dirige a la búsqueda de otros grandes maestros, que sus nombres fueron olvidados, pero su impronta vive en sus descendientes y él se propone develarlas para sumar a la historia de la nación.