Guateque desde mi Llanura

Foto: Cortesía de la Autora
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“Yo nací músico, lo primero que vi al nacer fue a mi madre y una guitarra. Nací con esa vocación, un día, muy pequeño, mi papá me puso una guitarra en las manos, me enseñó dos acordes y comenzó la fantasía.”

Desde entonces el poeta repentista, Héctor Peláez Agüero, comenzó a preferir sus repasos con la guitarra, que jugar en el monte con los niños de su edad, en su poblado natal, La Concepción en el municipio de Minas.

Muy pronto sus esfuerzos cobraron sonido, pues comenzó a escuchar la música campesina en la naciente emisora camagüeyana, Radio Cadena Agramonte, donde soñaba poder cantar.

Sueño cumplido. Ortelio Hernández, un amigo de la familia, trabajaba ya en el programa Mural Campesino y junto al poeta Orestes Peláez, con apenas 12 años lo subían en un banco para alcanzar el micrófono y grabar sus programas improvisando sus décimas. Esa alegría fue multiplicada muy pronto pues al ser escuchado en la radio por sus vecinos se volvió muy popular.

Esa notoriedad y cariño del pueblo llega hasta hoy en un poeta que acompañado de su guitarra canta, improvisa y, por más de 40 años, sigue  llevando a muchos rincones de Cuba la música campesina, esa que heredamos de nuestros antepasados. 

Apuntes de mis tonadas

Recientemente declarada como Patrimonio Inmaterial de la Nación, vale aclarar que  la conocida música campesina o tradicional, es en parte herencia de la inmigración isleña o canaria. Se caracteriza por un canto sencillo de lo cotidiano, acompañado fundamentalmente por guitarras, donde compiten entusiasmados los trovadores.

La tonada es la melodía sobre la cual se canta el texto. El texto es la décima o espinela- (10 versos octosílabos). Uno de sus principales exponentes, es la décima de  Jesús Orta Ruiz, el Indio Naborí.

Una dupla inseparable

Este trovador de corazón dulce y amigable, tiene un compañero que desde hace unos 35 años lo acompaña en sus cabalgatas, comparten sus programas de radio, los eventos del género musical y además, ya son parte del elenco de “Palmas y Cañas”, (espacio de la televisión cubana consagrado al guateque). También participan  en el guateque de Limonar y en la Jornada Cucalambeana, espacios más representativos para la música campesina.

Este poeta y amigo es Nelson Lima Chaviano, quien llegó a la radio para sustituir al compañero de Peláez que estaba enfermo. Desde entonces el programa Mural Campesino identifica estas voces poéticas de la campiña, en ocasiones acompañados por el grupo tradicional Los Agramontinos, otras por Las cuerdas de la sabana, pero siempre regalando buen humor y cubanía a sus oyentes.

Lima

Este poeta era el músico aficionado más joven de Florida en la década de los 80 del pasado siglo, participó en un festival de música campesina, lo invitaron a la radio a cantar y desde entonces vino para la ciudad y trajo su inspiración en la maleta.

En su opinión, el gusto por esa música es muy necesario, para que Cuba sea embajadora ante el mundo de sus tradiciones, pero no la siente perdida, por el  contrario, vive en hombres y mujeres que trabajan la tierra y ven poesía en la naturaleza, en el brote de una semilla, en la lluvia, en los colores de lo cotidiano.

La décima llega a ser

como un rompecabezas,

que donde va cada pieza,

pocos la logran poner,

es armar una mujer

desarmada totalmente

y debes de ser eficiente,

pues puede quedar al revés,

con la cabeza en los pies

y con lo pies en la frente. 

En la actualidad podemos disfrutar de esa maestría para improvisar en la peña Gabriel Llánez, creada por el Centro del Libro y la Literatura, en el complejo Ateneo, los terceros y cuartos viernes de cada mes. También en la terraza campesina con cita en el café Alberto.

Más poesía para Camagüey

Por su entrega a la cultura tradicional desde la Ciudad de los Tinajones, el niño que nació trovador y pone colores a lo cotidiano improvisando: Héctor Peláez, junto a su escudero defensor la espinela y de lo bello, Nelson Lima,  serán reconocidos próximamente con la Distinción por la Cultura Nacional. Justo homenaje para dos poetas de la llanura, defensores de la tradición y de  su “color local”.

Después de una tarde hermosa, llena de poesía y buenos deseos, no puedo cerrar esta crónica de otra manera que con un  regalo de su lírica para El Camagüey.

Camagüey de tradiciones

 y patrióticas hazañas,

de palmas reales y cañas

 y robustos tinajones,

de señoriales balcones

que hablan con el porvenir,

porque tiene ese sentir

que a la población conquista

y tiene una periodista c

on el nombre de…Jesmir.  

Gracias por el don de la improvisación y por seguir defendiendo la música campesina con ese guateque que gana seguidores desde la Llanura.

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