Eusebio Leal: Mi ofrenda

Foto: tomada de http://www.unesco.org
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Desde cualquiera de las calles del centro histórico capitalino solía llamársele, ora Eusebio, ora Leal, no importaba la invocación al nombre o al apellido del principal impulsor de la restauración de La Habana intramuros.

La invocación a él desde el corazón de la Habana Vieja tenía una intencionalidad esperanzadora: que si las tablas sustraídas a un banco del Parque Humbolt debían ser restituidas rápidamente con su anuencia; que por cuánto tiempo tendrían que aguardar los vecinos por el encendido de la luminaria que mantenía a oscuras un sector de la calle Acosta al enterarse de ello Leal;que Eusebio recuperaría con la mayor rapidez la siniestrada Farmacia Jhonson de la calle Obispo; que la montaña de escombros en la calle Muralla desaparecería tan pronto el salvador de la Habana Vieja adquiriera los camiones para cargar esos desechos sólidos; que muy pronto Leal pondría remedio definitivo al juego de pelota en la antigua Plaza del Mercado o de Cristina como mismo en los jardines del Capitolio Nacional; que la gente de Eusebio repararía el salidero de aguas en Teniente Rey; que Eusebio transformaría el edificio que otrora alojara al Ministerio de Educación (con azotea diseñada para aterrizaje de helicópteros, según el proyecto realizado en plena República mediatizada) para en ese espacio histórico devolver a La Habana la memoria de la Real y Pontifica Universidad, que pasaría a ser el Colegio San Gerónimo; que Eusebio tenía la voluntad de rehabilitar el hotel Ambos Mundos donde se alojara el célebre escritor norteamericano Hemingwey y devolver la vida al ruinoso Teatro Martí; que la “pipa” de Aguas de La Habanade la Oficina -de Leal- dejaría solucionada la escasez del preciado líquido en la zona más antigua de La Habana; que a una ancianita Eusebio se la llevaría para el Hogar de tránsito de sus Oficina antes que el viejo edificio donde mal vivía colapsara;…

Eusebio, o Leal, parecía tener un don especial, la solución a todos los males acumulados por siglos en capital de todos los cubanos. ¡Qué confianza la del pueblo en ese hombre!

Fue en noviembre del año 1889 cuando le conocimos en el Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología (Cencrem) de La Habana. Los que habíamos viajado desde las primeras villas cubanas a la capital para recibir  adestramiento en materia de conservación del patrimonio, guardamos vivos recuerdos de aquel hombre de andar rápido por las callejas, de oratoria sobrecogedora, vestido de gris, de modestia y sencillez proverbial, el mismo que nos recibió con amabilidad y cortesía ofreciéndonos su conferencia inaugural del curso en una de las aulas del convento de las clarisas o de Santa Clara, y sobre las losas grises del piso que cubre los sepulcros de algunas de aquellas religiosas.

En esa ocasión nadie pudo reparar en tomar notas en los cuadernos, Eusebio o Leal, no daba tiempo, por lo rápido de sus palabras.Y al andar la calle para reconocer y admirarse uno de la historia y el patrimonio habanero, tampoco el discípulo del primer historiador de La Habana Emilio Roig de Leuchsenring dejaba posibilidad de desvío de la atención de quienes seguíamos a su figura tratando de aprender de su genio intelectual.

De suerte que ante cada excavación arqueológica a su paso del edificio volvíase él hacia nosotros para ponernos al descubierto la riqueza ancestral del inmueble, pareciéndonos a los presentes que había tenido él una existencia precedente en el tiempo histórico.Todo era lujo de detalles. Tuvimos el privilegio de conocerle.

Pasado un tiempo vino al Camagüey, en 1992.[1] En la Casa Natal del Mayor Ignacio Agramonte, antes de dar inicio al encuentro que sostendría con las máximas autoridades del municipio, tuvo una breve plática con el historiador camagüeyano Gustavo Sed Nieves y conmigo, con su audacia habitual nos sugirió que se hiciesen esfuerzos por conservar el retablo de madera del altar de la iglesia del Carmen, pieza que aún conservaba  pintada la santa. Sus sugerencias fueron anotadas por mí cuidadosamente.

Ciertamente, cada vez que retornábamos los del interior del país a La Habana,Eusebio tenía algo nuevo que mostrarnos.Bien la capilla del antiguo convento de San Francisco de Paula que acogía los restos del afamado violinista Brindis de Salas; la Basílica Menor del convento de San Francisco de Asís convertida en sala para conciertos; la Iglesia Ortodoxa Rusa; la Casa Simón Bolívar, referente en el conocimiento de los lazos históricos y culturales entre la patria de Bolívar y la de José Martí;…

En otra oportunidad tuvimos un nuevo encuentro con el historiador esta vez en la Casa de México Benito Juárez. Ocurrió mientras transcurrían nuestros estudios de maestría regional y local en el Instituto de Historia de Cuba, en el 2006. La conferencia en homenaje a la independencia de la patria del prócer la precedió el embajador de los Estados Unidos Mexicanos, a quien siguió la intervención del Dr. Eusebio Leal Spengler subrayando hitos y coincidencias históricas, culturales y políticas entre México y Cuba. Tras finalizar, los concurrentes de las provincias les dimos las manos en señal de agradecimiento por sus conocimientos transmitidos. Justo fue agradecer.

Poco después visitamos las oficinas del historiador a recibir de su parte dos textos imprescindibles: Martí Hombre y el Álbum de bodas de José Martí y Carmen Zayas-Bazán, obras de la Editorial Boloña de la Oficina del Historiador de la ciudad de La Habana.

El primero enjundioso volumen que nos acerca más al Martí humano real que realizara Gonzalo de Quesada Miranda, hijo del asistente personal del Maestro, el camagüeyano Gonzalo de Quesada y Aróstegui. Los textos llevan la firma de Eusebio y los conservo especialmente por esa razón.

Su otro obsequio fue su autorizo a pasar al piso alto, -mientras era restaurado-, del antiguo Liceo artístico y literario de La Habana, que reunió en sus salones a la Ilustración cubana del siglo XIX, y que fuera visitado por el entonces estudiante de Jurisprudencia Ignacio Agramonte.

Un día vino Eusebio al Camagüey después de rendir viaje desde la  Heroica Santiago de Cuba. Caminó por la galería del antiguo convento de El Carmen donde se aloja la Oficina del Historiador de la ciudad de Camagüey, vino a mi puerta mientras yo escribía, fue en ese instante que levanté la mirada y salí a su encuentro para el saludo de cortesía, él reciprocó extendiéndome sudiestra. En brevísimo diálogo le comenté de mi recuperación tras una intervención quirúrgica, a lo que exclamó en tono de satisfacción: ¡”Ya yo lo sabía. Me alegra estés bien”! Quedé sorprendido.

Luego, al escribirle por vía electrónica ante la proximidad de un importante aniversario del natalicio del Hombre de Demajagua, le insistí en la necesidad que teníamos los cubanos de hablar más del Padre de la Patria Carlos Manuel de Céspedes. Me dio la razón.

Y efectivamente, en Bayamo, desde el balcón de la casa natal del héroe, disertó a viva voz con mayor hondura del Hombre de mármol, como llamara Martí al bayamés.Después insistió ante su estatua colocada frente al antiguo Palacio de los Capitanes Generales. Luego, en el Cementerio Patrimonial en Santa Ifigenia, en la Heroica Santiago de Cuba. También volvía una y otra vez a su memoria en entrevistas.

Es verdad, todo merece saberse del historiador porque su obra fue de profunda y limpia cubanía. No recurramos a su muerte para recordarle. Dígase Eusebio o Leal y lo tendremos vivo perennemente en la memoria cubana. Y tratar de imitarle su estilo inapagable de trabajo, su pensamiento lúcido de futuro, su pasión y amor por Cuba, su lealtad infinita a la Revolución, su devoción y respeto por la historia y por los padres de la nación entre quienes sobresalen Martí y Fidel. Eusebio andará por muchos siglos.

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[1]Eusebio Leal vino por primera vez a Camagüey, en septiembre del año 1989. Ese 28 de septiembre, aniversario de la creación de la organización cederista, el historiador visitó la Plaza San Juan de Dios y departió con vecinos de la calle San Rafael. El Partido, el Gobierno y la Dirección de Cultura en la provincia prestaron apoyo a la creación del Equipo Técnico de Conservación y Restauración de Monumentosque quedaría encargado de la conservación y defensa del patrimonio regional. Cumplido ese primer objetivo, Eusebio volvió a la Ciudad agramontinaa la inauguración de la primera casa restaurada en la calle Medio o Ángel Castillo nro. 6.Vale saberse que los compañeros Héctor Rodríguez y Félix Caballero, fueron responsabilizados por el PCCen la atención y otras acciones para acercar a Leal al Camagüey en cumplimiento de una indicación de la más alta dirección del país.

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