Radio Mundo

Foto: Heriberto Valdivia Jiménez
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Cuando hablamos de edificios patrimoniales de Camaguey, la Casa natal de El Mayor se encuentra entre ellos, pero no muchos saben que los bajos de la casona en la década del 50 del pasado siglo, acogió tres negocios: el bar correo, la taberna de Quico y el que hoy nos ocupa: Radio Mundo.

Víctor Hernández Atienzar, fue uno de los trabajadores de aquella tienda especializada en equipos de transmisión de radio y televisión, es el único sobreviviente de aquel colectivo y me invitó a retroceder en el tiempo.

La tienda Radio mundo

Según nos cuenta, el espacio que ocupaba el establecimiento era el último por la calle independencia, no era muy grande pues resultaba el segundo del negocio, perteneciente al matrimonio conformado por Juan Jiménez, miembro del partido popular y su esposa, la periodista Conchita.

La casa matriz de Radio Mundo estaba en la calle República N0 474, al lado del hotel Colón. De sus almacenes salieron transformadores y aditamentos para las plantas de radio del ejército rebelde, entre ellas la que terminó siendo Radio Rebelde.

Víctor tenía solo 15 años en aquellos tiempos, trabajaba junto a su amigo Eduardo Estrada Misa, que era el especialista en las plantas transmisoras, quien influyo en sus ideales y lo atrajo a colaborar con la causa revolucionaria. Allí con suma discreción vendieron bonos del 26 de julio, réplicas del texto de La Historia me absolverá, periódicos y boletines con ideas liberales y todo cuanto era posible para recaudar fondos para enviar a la Sierra Maestra.

Un pasaje triste

Corría el año 1958, justo el 16 de diciembre, afuera de la tienda todos se agolpaban y comentaban la triste realidad, cuatro jóvenes habían sido masacrados y sus cuerpos yacían ensangrentados y tirados en la acera de la calle independencia, cerca de la Plaza Maceo.

Víctor se emociona al recordar, su mirada se llena de lágrimas, traga en seco y confiesa que no pudo resistir la inquietud de ir a ver cuáles de sus compañeros del movimiento revolucionario estaba entre las víctimas.

Fue muy triste, asegura, eran muy jóvenes, solo reconoció a uno de ellos, era Juan Feliz Quintanilla. La pena lo sacudió, fue a sentarse al parque Agramonte para olvidar las imágenes y regresar al trabajo.

De regreso a Radio Mundo y al contar a su compañero Misa recibió un gran regaño por exponerse ante los soldados y luego lo mandó a lavarse la cara y a disimular.

Nunca olvidó aquel suceso y con los años los mantiene en la memoria, pues entre las victimas también se hallaba José Ramón Sánchez, el mártir que da nombre a la escuela primaria que hace años apadrina por la Asociación de combatientes, para honrar tanta valentía, hoy recogida en una tarja que indica el lugar del trágico suceso.

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