Cándido González Morales, expedicionario del Granma

Foto: Tomada de http://www.granma.cu
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El 8 de diciembre de 1956 es asesinado en las cercanías del Río Toro, Oriente, el expedicionario del yate Granma Cándido González Morales, al que el Comandante Ernesto Che Guevara calificó en su momento como “revolucionario sin tacha”. La valoración del Guerrillero Heroico, resume las cualidades que convierten a Cándido en líder de la lucha contra la dictadura de Batista en tierra camagüeyana: lealtad, honradez, valentía, sencillez y entrega en cuerpo y alma a la causa de la Patria.

Es Puerto Padre, en la actual provincia de Las Tunas, su lugar de nacimiento el 6 de enero de 1929, pero por decisión familiar se muda a la ciudad de Camagüey, cerca de la Plaza de Santa Ana. En la ciudad de los tinajones el niño culmina la enseñanza primaria e ingresa más tarde a la Escuela Profesional de Comercio, donde no demora en sobresalir por enfrentarse a la actitud corrupta y las injusticias de la dirección del centro. Sus compañeros lo eligen secretario de la Asociación de Alumnos y luego presidente.
En una de las actas del consejo disciplinario del plantel se señala: “Dirigió, en unión de otros acusados, un movimiento de plena insubordinación… excitando además moralmente a los otros alumnos a pronunciarse en absoluta rebelión…”

Un hombre de convicción

Por su enérgico actuar se decreta la expulsión de Cándido del centro, aunque más tarde se revoca tal decisión. Ya para entonces es un destacado dirigente estudiantil que se integra a la Juventud Ortodoxa, en cuyas filas amplía su horizonte revolucionario.
Se destaca, junto a otros patriotas camagüeyanos, en la repulsa popular al cuartelazo del 10 de marzo de 1952 y a las maniobras constitucionales impulsadas por el dictador, acciones que contribuyen a radicalizar sus convicciones.

Al fundarse oficialmente el movimiento 26 de julio asume las funciones de coordinador en la provincia de Camagüey. El 17 de febrero de 1956 Cándido parte de Cuba, vía aérea hacia México junto a Calixto Morales y Reinaldo Benítez. Ya en México se hace merecedor de la confianza de Fidel y es uno de sus más cercanos colaboradores, ganándose un puesto a bordo del yate Granma. Después del desembarco marcha hasta Alegría de Pio, donde se produce el primer encuentro con el enemigo y la dispersión del ejército rebelde. Se une al grupo más numeroso de combatientes que logra reunirse tras la retirada, pero su presencia es delatada al enemigo por personas a las que piden ayuda. Aunque logra escapar de los asesinos en un primer momento, es encontrado y ultimado.

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