Cumplir años posee una gran ventaja, al menos para mí que me gusta ver el lado positivo de las cosas y sobre todo de la vida, aunque para otros tenga grandes desventajas. Y la razón por la que afirmo esto es justamente porque he podido vivir acontecimientos, hechos y situaciones diversas, irrepetibles y únicas, que hoy puedo contar y compartir con todo el que se encuentre dispuesto a escucharme y leerme. Aquí va otra de mis vivencias…
Corría pues la década del 90 del pasado siglo, cuando, me tocó dirigir un lugar que constituyó una escuela, un reto, pero sobre todo una satisfacción incalculable; me refiero al Centro provincial de Aficionados y Casas de Cultura, adscripto al Sectorial de Cultura, que radicaba en el mismo lugar donde hoy se encuentra la Dirección de este organismo, en la Avenida de la Libertad#160, entre Arrieta y Pancha Varona, pues no había un local aparte para este centro.
Resultó un gran reto,tenía más de treinta años, sin llegar los cuarenta, y debía regir a personas con un prestigio y trayectoria increíble dentro del mundo artístico, incluso a nivel nacional e internacional. A la luz de estos años vividos, digo, fue casi un atrevimiento de mi parte asumir esa tarea; pero realmente no fue así porque afortunadamente logré una gran empatía con todos los Metodólogos provinciales, que así se les nombraba en ese momento a sus especialistas, convirtiéndose en una de mis mejores vivencias laborales.
Cambios y retos
En ese período se produjeron muchos cambios en el Ministerio de Cultura y el Centro Nacional al cual nos subordinábamos metodológicamente. Se indicó acometer once proyectos culturales comunitarios, con sus objetivos bien definidos, según un libro que a los efectos se editó y nos entregaron en más de un seminario nacional, a los que asistimos un grupo de compañeros pertenecientes a cada provincia con el fin de orientar el modo en que debían ser aplicados.
Lo más interesante de esta historia fue asumir y dirigir un proyecto para aplicarlo en algún lugar de la ciudad desde el punto de vista comunitario, y es que hasta el nombre del Centro había variado, se le nombró Centro Provincial de Cultura Comunitaria.
Proyecto con amor
Así fue entonces, como surgió una acción de las más hermosas que recuerdo por aquellos días, la Peña “Hebra y Encaje”, formando parte del Proyecto número uno, de Trabajo Educativo que estaba liderado por la especialista en Literatura, escritora, crítica de arte, narradora oral, miembro de la UNEAC y mi gran amiga, además, MSc. Gertrudis Ortiz Carrero.
Decidimos aplicarlo en la aún no inaugurada Casa Quinta Amalia Simoni, acción que se produjo el 1 de diciembre de 1991.
Cada vez que paso por la Plaza de la Habana, y veo la gran casona colonial que tanta historia posee, y que tan importante es por sus valores, históricos, arquitectónicos, culturales y claro, para mi afectivos; me remonto a los días en que los trabajadores de la cultura, creo que casi todos, sin excepción, fuimos a realizar trabajos voluntarios para lograr que la obra estuviera concluida para la fecha prevista.
En jornadas completas muchos fueron los días que pasamos allí, ya fuera barriendo, raspando pisos, subidos en altas ventanas limpiando los vestigios de pintura que habían quedado para que todo estuviera impecable, en fin, en la labor que se nos asignara cada día. Otros realizaban los trabajos técnicos, como el montaje de las salas, la plantación de las flores en el jardín, donde la ceiba se yergue allá, al final del patio inmenso que casi va a dar al río, la carpintería, y así cada cual contribuyó de la forma en que pudo a que aquel lugar brillara cuando nuestra querida Presidenta de la Federación de Mujeres Cubanas ,Vilma Espín Guillois, llegara para inaugurarla, junto a la desaparecida físicamente Zenaida Porrúa Obregón, Directora de Cultura en la provincia en aquel momento y a la cual se le deben tantos logros del sector en nuestro Camagüey.
Rememorando
Ese día, como era de esperar vestía la ciudad de gala, y desde luego, estaba muy congestionada la calle General Gómez, y las aledañas también, pues todos se aprestaban al acontecimiento que se iba a producir, y como era lógico, no podía entrar todo aquel público, era imposible, pues la Institución resultaba demasiado pequeña para asumir a tantas personas, tendrían que conformarse con observar desde lejos, y entrar posteriormente cuando lo permitieran las circunstancias.
Yo llegué con mi compañero de trabajo, que estaba al frente del Programa Cultural de la provincia, mi buen amigo Fernando Pérez Montes de Oca, él que en más de una ocasión me adelantaba camino en su vehículo milagroso, el cual sacaba de apuros a muchos y en el que resolvimos más de un problema laboral a cualquier hora. Si algo caracterizaba a ese equipo de trabajo era eso, no tener horario laboral, porque con la singular Directora que teníamos, no podíamos darnos el lujo de marcar horario.
No, pues ella nos enseñó que mientras existiera alguna tarea sin concluir y que no podía esperar un tiempo mayor, no la podíamos dejar de realizar, solía decir era la cultura del “detalle”, enseñanza que guardo y me ha servido para todos los momentos de mi vida.
Confieso que fue difícil llegar hasta allí, como es lógico muchas calles interrumpidas; pero finalmente llegamos y logramos entrar para ver desde lejos la ceremonia de inauguración, con su cinta cortada, por las principales autoridades, Vilma sembrando un árbol, tantas mujeres representando a las camagüeyanas, emocionante verdaderamente.
Todo esto hace que hoy cuando transito por ese lugar o por su entorno, recuerde ese hermoso día, que después continuó siendo habitual para mi sus visitas a él, ya que como había anticipado, nos unió un fuerte lazo laboral; hasta emocional y de familiaridad.
La Peña…
Y volviendo a los conejos de España, como dice el dicho y suele indicarse cuando retomamos un tema anteriormente tratado, la Peña que les había comentado, se realizó durante varios años en la Quinta, con el apoyo total de la institución y la comunidad, espacio que quedó fijo, y como una extensión también se hizo trabajo cultural en el círculo infantil aledaño al lugar, a tal punto que Tula, la especialista líder del mismo, escribió el himno por un aniversario del círculo, la música la compuso el Metodólogo de Música Ramón Cancio ,y nos hemos enterado que hasta hace poco tiempo aún se mantenía y se cantaba por los niños que allí asistían.
A la peña asistieron poetas de la ciudad, narradores, pintores y se entregaba como recordatorio un marcador que siempre dibujaba el también Metodólogo, pero de Artes Plásticas, Tomás Ariosa.
Mi planta seguirá siendo para la Peña
Pero les cuento más, en mi casa existía, y aún existe, una planta de” quicalia” o” picuala”, como la conocen otros, que cuenta con florescon que despiden un agradable olor similar al de la manzana. Yo, en una cestica de mimbre que desafortunadamente, ya no conservo, las echaba y las obsequiábamos también a los participantes.
Culminaban aquellos encuentros con la degustación del sabroso té con biscochos que caracterizaban a la institución.
¿Verdad que les he regalado un hermoso relato? Estoy segura que sí, no porque lo haya escrito, sino porque ese recuerdo, sin lugar a dudas, puede volverse realidad nuevamente, teniendo en cuenta que esa institución, pronto volverá a abrir sus puertas, y ya renovada; y precisamente hoy cumple aniversario. Tengo la ilusión de volver a vivir esos y muchos otros sueños que pasan por mi pensamiento como una película a color en cada uno de sus espacios, así como lo pueden vivir camagüeyanos y foráneos que han sido atrapados por sus encantos.
Y para acercarlos más a la Peña que nos enamoró dentro de la institución les comparto la fundamentación de aquel proyecto, con la autorización de su autora, quien con muchísimo agrado me lo hizo llegar esperanzada de que un día será retomado y hasta ,tal vez, tengamos la dicha de contar con su valiosa presencia, algo que estoy segura agradecerá de ante manos:
“Proyecto Hebra y Encaje”
Más de un poeta ha tenido en cuenta que un encaje es más que una sucesión de hilos en un entramado difícil. Detrás de la historia de un encaje ha dicho el premio Nacional de Literatura Antón Arrufal, a quien me permito parafrasear, “podemos encontrar la historia de un país´´. Nuestra querida poetisa Dulce María Loynaz, premio Cervantes de las letras hispanas ha dicho, refiriéndose a otro poeta inmenso, el camagüeyano Emilio Ballagas “el encaje de sus palabras lleva a la emoción´´. El pintor flamenco Juan E. Veermer pintó un hermosísimo cuadro que llamó La encajera, más que la labor manual de la mujer, subyuga y conmueve la atmósfera que comunica, intimad, lirismo y misterio. Mariano Brull, citado por María Pilar Buceta acariciaba la idea de fundar espacios de comunicación donde se cultivara el arte de la conversación inteligente. Todo lo anterior da pie a pensar en un proyecto de comunicación y participación social que con el hilo de la palabra encamine a quienes participen en él hacia la elaboración de un encaje cuya filigrana ensarte la poesía de la vida cotidiana con el arte.
Sabor a vida
¿Que no siento nostalgia cuando evoco esos momentos? No, pues eso no sería cierto, sin embargo, experimento contradictoriamente cierta alegría por haberlo vivido, y a la vez aguardo el día en que nuevamente vuelva a sentir el palpitar de aquellos versos, cuentos, y la entrega de las flores de mi planta; a la que cuido y preservo con gran amor.