El joven Leonardo Alejandro Masjoan (Pity), disfruta enseñando. Se convirtió en maestro hace muy poco y sin pensarlo, pues es graduado de la Escuela de Oficios Francisco Sánchez Betancourt, como albañil–restaurador y decidió quedarse en la docencia para compartir sus habilidades.
Era una tarde de viernes y me encontré a los estudiantes de esa institución, a la espera de una conferencia en la Casa de la Diversidad Cultural.
Quise recoger algunas opiniones por el día del educador y para mi sorpresa, todos están muy motivados con las prácticas junto a Pity, pues es un restaurador muy curioso. Trabaja muy limpio y en orden; según contaron los discípulos y su mentor, el profesor Pedro Liria Jiménez, quien no esconde el orgullo por tener continuidad en la enseñanza de tan importante oficio.
La escuela
El actual año, entre amenazas de la COVID, efectuó la graduación número 15; cuenta con una matrícula de 45 alumnos. Su colectivo de profesores se reparte entre las diversas especialidades técnicas que imparte el centro, como son las relacionadas con la albañilería, el yeso, la forja, la pintura mural, la carpintería y ebanistería, así como la arqueología.
En su quehacer diario los maestros, además de preparar a los jóvenes en sus especialidades, siembran en ellos la sensibilidad necesaria para asumir la restauración y el rescate de importantes y añejas edificaciones de la ciudad; que de no ser intervenidas a tiempo y con esmero, dejarían de existir.
Los maestros en la Escuela de Oficios Francisco Sánchez Betancourt, perteneciente a la Oficina del Historiador, llevan de la mano la enseñanza y la práctica, con perfecta destreza “enseñan a hacer, haciendo,” pues en muchas de las intervenciones acometidas en la ciudad por su aniversario 500 y en las obras actuales del Cementerio, ese binomio es de gran valía.
Los muchachos
Así les dice cariñosamente a sus pupilos, la directora del centro, María de los Ángeles Galera, a quien la comparo siempre con una paloma que enseña a volar a sus pichones. En cada faena pueden verla rodeada de sus muchachos atenta a la seguridad.
Deinier Gutiérrez y Carlos Luis Rodríguez, son estudiantes de la especialidad de albañilería, ambos quieren ser dedicados como el profe Pedro y ágiles y curiosos como Pity, porque la ciudad necesita que se le cuide y desde su trabajo pueden hacer por ella.
Al ver como avanza la restauración del arte funerario su interés se despierta y al ver el acabado que imprimen sus manos, están motivados a seguir los pasos de todos sus educadores, a los que mucho quieren y le agradecen.
Es ese el mensaje que llevan los maestros de la restauración a sus alumnos, amor, valor al patrimonio y responsabilidad con el legado de preservar la historia que brota de cada construcción. Para todos ellos, deseamos que la luz del saber que comparten nunca se apague.