La bandera del honor

Fotos: José A. Cortiñas Friman
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La radio, desde sus orígenes en Cuba acompaña las ideas libertarias. Por eso no era de extrañarse que una antigua emisora de la ciudad, ubicada en la avenida Finlay, fuera la encargada de realizar el llamamiento a la huelga del 9 de abril de 1958, lo que llevó al cierre de Suarito-Radio Camagüey.

A la arenga revolucionaria que amplificó Pepín Bueno desde el control máster, se unió una hazaña que no pocos camagüeyanos hoy recuerdan con claridad aunque han pasado 63 años. Me refiero a la bandera del 26 de julio que desde la torre de transmisión, del patio del edificio, hondeó en la cumbre; mientras los héroes de esta historia escapaban del enemigo.

El osado torrero, chofer, operador de audio y muchas cosas más dentro de aquel medio, Héctor Enríquez Izquierdo, fue quien trepó lo más alto que pudo y exponiéndose a la vista de los vecinos, colocó la bandera del honor revolucionario que desde el rojo y negro, llamaba a la acción.

Muchos años después, cuando esta historia ya no era un secreto y su hijo Rolando era lo suficiente mayor para entenderla, Héctor, con orgullo la contaría varias veces. Así me llegó de manera formal, pues ya la conocía desde que inicié mi vida de radialista hace unos veinte años y justo hoy, la recibo de primera mano.

Desde los ojos de su hijo

El orgullo por un padre que dedicó su vida a la radio cubana y a muchas misiones encomendadas por la revolución, emociona a Rolando, así comienzan a aflorar los recuerdos.

Era muy niño en aquel entonces, apenas tenía 6 años; pero recuerda muy claro, que su hogar fue registrado por la policía batistiana. Quiso el azar que no se revelara la verdad, pues además de la osadía de su padre, un armario guardaba armas y pertrechos para las tropas rebeldes.

Su origen humilde y su carácter recto ante las injusticias, pronto lo harían integrarse al movimiento urbano contra la dictadura. Encontró respaldo a sus ideas en su colectivo de la radio y nada impidió su temeridad de colgar la bandera del 26 de julio ante la nariz del policía del ejército de Batista, que con un tabaco en una mano y un fusil en la otra, sentado en el portal custodiaba la emisora.

Luego abandonó el lugar y fue a dar a una casa al costado del Teatro Principal, donde una noble señora simpatizante con la causa, lo escondió por varios meses; hasta que los miembros del movimiento clandestino en Camagüey lo trasladaron a un lugar seguro.

El hombre-radio

Aquel Héctor Enríquez, en la flor de su juventud era el encargado de escalar la torre de transmisión para ajustar cualquier detalle que impidiera la salida al aire de cada día.

Desde el cercano reparto de La Vigía, su hijo recuerda que salía al patio de la casa y allí veía a su padre en las alturas; pero también lo recuerda haciendo el sonido o reparando algún desperfecto de los equipos de cinta. Para él era de los que aun en el mundo se les conoce como hombre-radio, debido a su versatilidad en el ramo.

Cuenta Rolando, que siempre recordaría con agrado aquellos días de revolución que no pararon con triunfo; pues fue el encargado de conducir la unidad móvil de Radio Cadena Agramonte, la cual llevaba los programas a diversos lugares de la capital agramontina y sus municipios.

También cumplió misión en la hermana nación de Nicaragua y junto a Daniel Ortega, fundaron la emisora de los sandinistas, pero esa historia será para otra crónica.

Homenaje de los radialistas

Hemos compartido hermosos recuerdos y conocido desde la visión familiar al radialista Héctor Enríquez Izquierdo, es un placer para quienes amamos la radio traer de vuelta tantas emociones y poderlas dar a conocer.

La actual Radio Camagüey, que abrió sus ondas hertzianas el dos de febrero de 2004, guarda con orgullo aquellos recuerdos de su predecesora.

Hazañas como esta que llevaron la obra revolucionaria hasta la libertad definitiva, deben ser contadas una y otra vez, para que no se borren en el tiempo.

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