A 146 años de su caída en combate Ignacio Agramonte vive en nuestros corazones

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«[…] Yo te ruego Ignacio idolatrado […]que no te batas con esa desesperación […] por interés de Cuba debes ser más prudente, exponer menos un brazo y una inteligencia de que necesita tanto. Por Cuba, Ignacio mío, por ella también te ruego que te cuides más»

Amalia Simoni

Existen hechos que a luz de nuevas pesquisas históricas resultan más perceptibles, lo que no significan que sean comprendidos en su totalidad, uno de ellos, muy recurrente en Camagüey, es sin lugar a dudas la muerte de uno de sus hijos más valiosos: El Mayor, las palabras del maestro y poeta Cintio Vitierc onsiguen revelar aspectos que como suerte de explicación pueden servir antela incertidumbre que aun se respira al respecto:

«Queda, sí, aroma interminable, y quizás por eso mismo, porque no podemos asumir su muerte, los últimos minutos de su vida se invisibiliza para la narración histórica»

Luego una pregunta se impone de manera permanente por mis alumnos-no importa la edad que tenga el auditorio estudiantil- frente a la ausencia de lo que asumimos como nombres imprescindibles para la historia de la patria, ¿el destino de Cuba hubiera sido el mismo de no haber ocurrido tan fatal acontecimiento?

Al principio me debatía en las explicaciones lógicas sobre lo que representan las conjeturas para la historia, ahora al conocer y comprender mejor el suceso formulo algunas coordenadas que le sirvan para su análisis, permitan disquisiciones, compresión de las circunstancias y hasta del propio contexto geográfico donde ocurrió.

 Visiones…

Sustento las ideas de especialistas en el tema, en particular de la investigadora Elda Cento Gómez, quien reitera la tesis que los resultados de la investigación científica del equipo multidisciplinario-arqueólogos, ingeniería militar, cartografía, historia militar e historiadores de instituciones nacionales y regionales-convocado por el director de la Oficina del Historiador de Camagüey entre el 2005 y 2006  para estudiar el combate de Jimaguayú y las circunstancias de la muerte de Agramonte, recogidos en la obra de un colectivo de autores Ignacio Agramonte y el combate de Jimaguyú, no es la última explicación para uno de los acontecimientos más luctuoso de la historia de Cuba.

Los pueblos necesitan de sus héroes, con ellos leyendas y tradiciones marcan el presente y el futuro de una nación, construyen el imaginario popular que se trasmite de generación en generación para afianzarse como muralla irreductible contra el olvido, por ello múltiples homenajes se realizaron en el pasado siglo XX para este padre fundador de la nación. Sobresalen las conmemoraciones del centenario de su natalicio y de su muerte en los años 1941y 1973 respectivamente.

La celebración del 23 de diciembre de 1941, contó con el apoyo de numerosos camagüeyanos residentes en la ciudad y fuera de ella, con este propósito en agosto del propio año se constituyó la Comisión Pro-Centenario del natalicio del Bayardo, la misma propuso un amplio y diverso programa, con conferencias, veladas de honor, peregrinación hasta Jimaguayú, la exposición de reliquias históricas en el antiguo Hospital de San Juan de Dios, entre otras, actividades desarrolladas durante 15 días que concluyeron el 30 de diciembre de 1941.

Mientras, para el centenario de su caída en combate a conmemorarse el 11 de mayo de 1973, se organizó un año antes la Comisión Nacional encargada de confeccionar un proyecto que incluía ampliar las labores investigativas sobre la vida de El Mayor por la Comisión de historia del PCC, la publicación de una sección permanente sobre el Centenario en el periódico Adelante, la conclusión de las labores de restauración de la Casa natal del héroe, entre otras acciones.

 Programas de conmemoración

El 10 de mayo de 1973, en víspera del aniversario, se oficializó el cambio de nombre de la antigua calle Estrada Palma por la de Ignacio Agramonte. El propio día 11 en la plaza de los Trabajadores 160 jinetes partían en caravana para concluir la ruta “La juventud por los caminos de Agramonte” que había señalizado los sitios de combates del patriota y culminaríasu recorrido con la participación en la ceremonia militar junto a estudiantes de la Escuela Camilos Cienfuegos, reclutas, funcionarios y pueblo en general frente al obelisco erigido por los veteranos en 1928 al héroe de Jimaguayú, donde hizo uso de la palabra el Comandante Francisco  Cabrera, Viceministro y jefe de la DAAFAR, destacando las cualidades militares de Agramonte:

«Un día como hoy nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias victoriosas en la Sierra y Girón le rinden tributo. Un día como hoy nuestras tropas desfilan por el lugar donde él cayera.  […] que son armas libertadoras como las que él organizó, como las que él forjó  le rinden respeto».

En horas de la tarde fue inaugurada la Casa Natal de El Mayor, las palabras de apertura estuvieron a cargo de Jorge Enrique Mendoza, secretario de la Comisión Nacional del Centenario, la cinta fue cortada por Ignacio Eduardo, acompañado por sus hermanos Osvaldo y Jorge Agramonte Betancourt, nietos de Ignacio Agramonte.

La velada solemne se realizó en la Plaza de San Juan de Dios, allí el pueblo camagüeyano esperaba en silencio al Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz quien estuvo acompañado por diversos dirigentes de la Revolución, entre ellos Armando Hart Dávalos, Carlos Rafael Rodríguez, Faure Chomón, Isidoro Malmierca, Rafael Curbelo, entre otros.

Su discurso fue una lección de historia, sus palabras nos trasladaron desde el pasado colonial hasta el presente revolucionario, un aprendizaje constante de plena vigencia para este siglo XXI «¡Y que útil es hurgar en la historia extraordinaria de nuestro pueblo! ¡Cuántas enseñanzas, cuantas lecciones cuantos ejemplos, que cantera inagotable de heroísmo!»

 En la música también un homenaje

Más tarde otro momento histórico, el cantautor Silvio Rodríguez acompañado por el Grupo de Experimentación Sonora del ICAIC cantó por primera vez “El Mayor” himno  desde entonces para el Camagüey.

Entre acordes y símbolos la plaza vibraba ante la melodía y letra «Mortales ingredientes hicieron al Mayor: luz de terrateniente y de Revolución, […]Va cabalgando El Mayor con su herida y mientras más mortal el tajo, es más la vida. Va cabalgando sobre una palma escrita y a la distancia de cien años resucita»

Hoy a 146 años de su caída, una invitación para todos se hace impostergable, no mirar su escultura en el Parque Agramonte o en la Plaza de la Revolución como el ejemplo inalcanzable que las construcciones conmemorativas suelen devolvernos de estos grandes hombres, profundizar en su legado lleno de humanismo, de aquel que enseñó a leer a un miembro de su escolta en las hojas de los árboles, que regañaba y exigía como un padre hace con sus hijos, que amó infinitamente a su idolatrada Amalia, que fue puro valor, arrojo, temeridad y honor.

 

Foto: Heriberto Valdivia Jiménez

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