Anuncio de Revolución por El Mayor: El ataque al corazón del enemigo

Foto: Archivo OHCC
Share on facebook
Share on twitter

Si en el Oriente el líder bayamés que encabezara el estallido del 10 de Octubre de 1868, se había tomado la iniciativa del ataque a la ciudad de Bayamo, ¿por qué los camagüeyanos no llevarían a cabo una audaz acción similar que, lejos de atemorizar a las tropas españolas, diera a conocer la viveza del Ejército Libertador en la región camagüeyana y de la fortaleza de la Revolución en el centro-oriente de Cuba? Historia tenían acumuladas los principeños de iniciativas revolucionarias, desde 1820.

Con su capacidad intelectual y sus conocimientos del arte militar forjado por el estudio responsable de manuales de táctica y estrategia, el Mayor General Ignacio Agramonte y Loynaz decidiría atacar la fortificada ciudad de Puerto Príncipe, ataque que debía ocasionar estupor entre el mando de las fuerzas colonialistas. Había que hacer sentir la Revolución, y su anuncio no debía ser político sino militar.

El análisis requerido de la acción

Pocos historiadores se han detenido a apreciar en justa profundidad la significación estratégica de la atrevida acción militar, para nada improvisada, no obstante, de la que merece subrayarse la genialidad con que El Mayor trazó el proyecto que fuera diseñado por él y en que debió resultar de gran ayuda el aporte de información que debieron suministrarle los agentes comunicantes diseminados y activos por toda la urbe; el dominio del terreno sabido por El Mayor consistente en caminos y serventías que rodeaban la ciudad y la hacían conectar con sus accesos y puentes principales.

Estudiada la capacidad real defensiva que le antepondrían los soldados  hispanos; su conocimiento de tipos de armas de infantería y poder de fuego de estas, cantidad y tipos de piezas de artillería existentes, cantidad de hombres, servicio de telegrafía, entre otros recursos del enemigo; entradas cubiertas por postas y otras fortificaciones españolas; su cálculo certero de las probabilidades de bajas en las filas insurrectas; conteo preciso de armas y cantidad de municiones con que debía contar para ataque de tal magnitud a un área urbana de alrededor de 330 hectáreas; estudio de la garantía de avisos o comunicaciones entre los diferentes grupos de ataque; análisis eficiente del tiempo de ejecución en que debía transcurrir el ataque y el retorno de los rebeldes a los campamentos; entre otros elementos de estrategia que  debieron ser calibrados previamente entre él y sus subordinados.

Las fuerzas y medios militares colonialistas

Las fuerzas colonialistas en Puerto Príncipe ayudan a comprender el riesgo que correría el Mayor Agramonte al penetrar en el territorio sujeto a la Comandancia y Estado Mayor del Departamento Militar del Centro. Fuerzas que consistían en una Primera Brigada que operaba en las inmediaciones de la ciudad y estaba integrada por 4 batallones de infantería, 4 escuadrones de caballería, 1 guerrilla y 1 sección de artillería de montaña.

Se añadía una Segunda Brigada que hacía sus desplazamientos entre el río Caonao y San Jerónimo y fuerza a la que se integraban 4 batallones de infantería, 1 regimiento de caballería, 1 guerrilla, 1 sección de artillería de montaña y 1 compañía de ingenieros. Entre tanto, una media brigada custodiaría la vía férrea Nuevitas-Puerto Príncipe y a la que se adicionaría 1 batallón de infantería y 2 de milicia. Una Tercera Brigada operaba entre la zona de Najasa y Santa Cruz integrada por 4 batallones de infantería, 2 escuadrones de caballería, obreros y una sección de transporte.

Por su lado, la Cuarta Brigada cubría el territorio entre el poblado de Guáimaro y San Miguel de Nuevitas, y a ella se integraban 4 batallones de infantería, 1 escuadrón de caballería, 3 guerrillas, 1 sección de artillería y otra de obreros y una compañía de transporte.

Céspedes y Agramonte

Uno y otro se sabían corajudos, dispuestos a cualquier sacrificio por tal que Cuba fuese libre e independiente. Ambos líderes de la insurrección se respetaban, ambos confiaban mutuamente en sus capacidades y aptitudes para alcanzar esa meta; y sabía el Líder bayamés del 10 de Octubre que el Abogado Líder del Camagüey era capaz de emprender cualquier proeza, de ahí que aceptase su renuncia a su escaño de la Cámara apenas nacida en Guáimaro, en abril de 1869, y le facultase para encabezar el mando íntegro del Camagüey en Armas. Céspedes después de varias entrevistas con él, había descubierto la clase de Hombre que era Ignacio Agramonte. Precisamente, el ataque a la ciudad de Puerto Príncipe efectuado magistralmente al amanecer del 20 de julio de 1870,[1] acabaría por confirmarle al Presidente de la República en Armas Carlos Manuel de Céspedes, electo en la región natal del Mayor y donde se le quería, que Ignacio Agramonte era hombre de genio militar.[2]

_________

[1] El Mayor Ignacio Agramonte con su escuadrón de caballería de poco más de 70 hombres entraría por la Plaza de La Caridad, donde se mantenía guarnecida una pequeña tropa española. Entre los resultados positivos del ataque cuenta que no causó bajas entre la población, ni tampoco fueron dañados edificios civiles y domésticos.

[2] La repercusión del ataque del Mayor Agramonte al Camagüey tuvo gran repercusión en el alto mando colonialista, al punto de ordenar la capitanía general de la Isla la construcción de diversas fortificaciones y la adaptación de  edificaciones civiles para uso militar, a la par de levantarse 19 fortines y 15 torres o puestos de observación.

Más relacionados