Si la ves con su sombrero de fibras muy finas y su andar de prisa, puedes suponer que cerca ocurrirá un evento de interés noticioso. Si va con pantalones debe tratarse de un acontecimiento más “ligero”. Pero si va con vestido, seguramente será un acontecimiento cultural de connotación.
Les hablo de la periodista camagüeyana Bárbara Suárez Ávalos, la corresponsal de Radio Progreso. Una mujer de experiencia en el gremio, pero muy joven de espíritu, pues asimila los cambios con tal naturalidad que parece que nació con un teléfono celular en las manos y moviéndose por las redes sociales, como las muchachas del preuniversitario.
De su andar por las sendas informativas les cuento en esta crónica.
De la escuela al periódico
Ya hacía sus prácticas desde que estudiaba y también durante el período vacacional, en el semanario Adelante -que en la década de los ´80 aún era diario.
Al graduarse la ubicaron como jefa de cierre, algo que le pareció mucho para una recién graduada, pero agradece el estreno; pues le mostró el periódico por dentro y la importancia del trabajo en equipo.
Otra de sus escuelas fue la radio, de la cual quedó prendada para siempre. La inmediatez y la fantástica manera de conectar con los oyentes es una adicción que hasta hoy posee y de la cual no quiere curarse.
Un intermedio entre los sonidos fue su paso por la Agencia Cubana de Noticias (ACN). Para ella ese medio de prensa resultó una gran escuela, donde aprendió de excelentes profesionales, a quienes mucho agradece. En especial recuerda a su corresponsal en jefe, Rolando Ramírez Hernández, quien revisaba las cuartillas con lápiz bicolor y cuando señalaba los errores hacía repetir el trabajo.
Era la época analógica. Se escribía a máquina y los defectos se enmendaban rehaciendo el texto una y otra vez, hasta lograrlo. En su criterio, uno se hacía periodista en la calle, detrás de la noticia, pero no sin una base sólida en la redacción. La universidad ofrece las herramientas, pero el talento y el conocimiento se pulen con el hacer diario.
Cambio de tecnología
Llegaron las computadoras. La habilidad para escribir ya la tenía, pero el cambio en el estilo fue difícil, aunque facilitaba mucho el trabajo. Para aprender hubo que practicar, y de prisa; porque la vida evoluciona y los medios también. Si no te adaptas, pereces, como en la naturaleza. “Fue una necesidad profesional y había que superarse y asumirlo”, asegura Baby.
Con los jóvenes aprendió acerca de las tecnologías, pero a la vez a ellos les enseña con el cariño de una maestra regañona. No perdona un error ortográfico o de redacción. Les insiste en que lean mucho y se preparen para cada cobertura. Ella dice que al graduarte no terminas, por el contrario, allí comienza tu carrera.
Un consejo ofrece para las nuevas generaciones de reporteros: “no quitarse nunca el traje de periodista”. Nuestra profesión es como la del médico, no importa dónde estés, siempre puede aparecer un enfermo. Lo mismo sucede con la noticia, en el lugar más insospechado puedes encontrar una historia fabulosa.
La cobertura de sus sueños
Para “Baby Progreso” (así es conocida en el gremio periodístico) la noticia de su vida está en el amor que le añade a la relatoría de cualquier evento por sencillo que parezca. No menosprecia a entrevistado alguno, porque desde su experiencia de 41 años -grabadora en mano- el obrero más simple puede darte una gran enseñanza.
En su larga carrera tiene tres eventos para enorgullecerse. El primero: Una visita de Fidel a Ciego de Ávila, recuerdo vivo que aún la emociona e ilumina su rostro. Recuerda cada intercambio, su presencia cercana, sus manos de pianista…, la voz se le entrecorta cuando nos cuenta. Debemos hacer una pausa, para que luego continúe y concluya la idea. Esa visita fue un privilegio que le dio la vida.
Le sigue otro reporte de altura: Acompañar una visita por varios días de Raúl Castro, cuando era ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR). Lo vio como un hombre muy sencillo, afable, preocupado por los detalles -hasta por el café de todos los presentes-, bromista y capaz de llegar a una cooperativa y desde la altura de un banco del parque intercambiar con los obreros.
Pero sin dudas su mayor privilegio fue haber asistido a aquel memorable juego de pelota entre Fidel y Chávez. Ver de muy cerca la alegría y emoción de los jugadores. Estar en primera fila, sobre el banco del equipo cubano y poder sentir la adrenalina del juego. Al contarla, veo cómo vive en su memoria. Lo guarda como otro regalo hermoso que le dio su profesión.
Otras satisfacciones profesionales
Cuando ya creía que sus grandes trabajos estaban en su curriculum, le propusieron en 1995 un viaje a la hermana nación de Vietnam. Pudo ver de cerca la recuperación de ese pueblo maltratado por la guerra, que se consagró a trabajar y hoy es un país próspero. Por eso cree que Cuba puede lograr salir adelante de esta situación económica, si todos aportamos con nuestro trabajo.
¿Qué es el periodismo para la dama con sombrero?
Para Baby el periodismo es su vida. No piensa jubilarse mientras se sienta feliz y enamorada de lo que hace. Agradece a la emisora de la familia cubana, Radio Progreso, las oportunidades que le ha brindado. Por todos los elogios que recibe de sus oyentes al reportar desde su querido Camagüey, se siente dichosa siendo parte de ese colectivo.
Entre bromas y recuentos se nos fue la mañana, y aún quedaron temas al aire. Para la “guajirita de Senado” (así se autotitula), no puede faltar la gratitud para todas las manos amigas que la han apoyado y entre ellas va la Oficina del Historiador de la Ciudad de Camagüey, y en especial su director José Rodríguez Barreras.
Antes de despedirnos me da las gracias por pensar en ella para esta crónica, cuando la agradecida soy yo por sus enseñanzas en la radio.
Vuelve a colocarse el sombrero y con la sonrisa de siempre, nos trae a Gabriel García Márquez para coincidir en que el periodismo es el mejor oficio del mundo.


