Por Caridad Gónzalez Edwards
Que camagüeyano de cualquier generación no sabe quién es Candita Batista. Y mire, que digo quién es, porque es imposible no retenerla en la mente como si estuviera viva, presente, caminando aún por su linda ciudad.
Conocemos, sin detallar fechas que fue la primera mujer camagüeyana en cantar con orquesta, avalada por músicos de la talla de Adolfo Guzmán, Rafael Somavilla, Aida Diestro, Jesús Ortega, Isolina Carrillo, Fernando Mulens, José Ramón Urbay, Armando y Mario Romeu.
Trabajó en la radio y en diferentes espacios de bailes populares, revistas teatrales y compañías. Fue ovacionada en veinte naciones de tres continentes, a los que llevó el lenguaje cubanísimo de nuestra música.
Una inigualable trayectoria
En su brillante trayectoria artística, tuvo la oportunidad de compartir la escena y conocer a múltiples figuras de gran prestigio internacional, de las que solo mencionaré a Nat King Cole, Artie Show, Dixie Gillespie, Juan Carlos Medeles y Estrellita Castro; con la que realizó durante un año una gira por todas las comunidades de España.
Durante este recorrido, la inigualable artista andaluza Lola Flores disfrutaba de las actuaciones desde un palco en el Teatro Victoria, de Barcelona. También compartiría en el Teatro Olimpia de París con figuras consagradas como Maurice Chevalier, La Mistinget, Josefhine Baker y Charles Aznavour.
Nunca la escuché ensalzarse de sus glorias pasadas, que, de hecho, eran y son hoy glorias de todos, nunca le escuché un no, ni siquiera una cara de dolor, cuando de entregar su arte se trataba.
Desde mi experiencia
Corría el año 1996, era yo muy jovencita y comenzaba en el Conjunto Artístico Maraguán. En uno de sus montajes, se hacía un fragmento del Negro Simón, que estaba en el repertorio de Candita. Sin la vivencia, sin la audición, me quedaba solo visitarla y pedirle me corrigiera línea melódica e interpretación. Cuál fue mi sorpresa; primero el recibimiento, luego sin chistar, la cantó y me hizo cantarla con ella. De esa manera la fuimos trabajando, tan natural, espontánea, dicharachera, que el encuentro nos hizo cercanas.
Luego, al pasar el tiempo, como en el 2002 se le realizó un documental, en el que tuve el privilegio de trabajar la banda sonora con otro músico, hijo adoptivo de Camagüey: Juan Enrique Carballo, quien dirigía en ese entonces la agrupación tradicional “Tiempo de son”, que ella catalogaba como la mejor de Cuba en estos tiempos…
Esa responsabilidad de llevar a formato tradicional, alguna de las obras que había popularizado y lanzado al estrellato con sonoridad de orquesta Jazz band, fue muy difícil pero más que gratificante. Tenerla cerca en los ensayos, preparándose, majestuosa y exigente, sin perder su dulzura y femineidad, verla cantar, bailar, disfrutar tras bambalinas fue un privilegio.
Seguimos contando
Otra experiencia fue en la segunda planta del Teatro Principal disfrutando de un concierto de la gran Rosita Fornés cuando entre aplausos, tapándose la luz del seguidor dijo: …me dijeron que aquí estaba mi negra querida…Candita por favor…y entonces, casi avergonzada, se paró y saludó al público.
Estaba en el palco del centro y cada una reverenciaba a la otra. Fue realmente maravilloso entre aplausos y exclamaciones, ver y sentir cuánta humildad abrazaba a ambas figuras de incalculable valor en el patrimonio de la música cubana.
Su obra…
Fundó Mokekeré,” su agrupación o mis muchachos” les decía; y los defendía de cualquier inconveniente o mal entendido laboral o personal, como madre celosa de todos. Mantuvo su peña en la Casa de la Trova y por muchos años, el patio de su casa, el Rincón de Candita y Filo, era fuente de inspiración y lugar donde compartían trovadores, otros músicos, poetas y población enamorada de su voz de contralto, que al fallecer; aún era clara, potente, y de color esperanza.
Su incansable amor por el arte, no le permitió el descanso que algunos pensamos merecido por tantos años de entrega y siguió aún con más de 90 años en las tablas.
Murió con 99 años, la vedette negra de Cuba, la que volvió orgullosa a su tierra y no quiso hacer historia una vez que llegó fuera de ella, fuerte y temperamental intérprete de sones, pregones y cantos afro, cuidadora celosa de autores camagüeyanos. Por eso siempre tuvo de sus obras en repertorio, Angelitos negros, podría verse como una provocación el texto; pero la interpretó con la dulzura y temperamento que la caracterizaba.
……Pintor, si pintas con amor…porque desprecias su color, si sabes que, en el cielo, también los quiere Dios……aunque la virgen sea blanca, pinta un angelito negro, que también se van al cielo…
……Se que estás allí…
Recuerdo que alguien escribió: …Gracias Candita, amiga, por tu generosidad, por la entrega de una vida dedicada con amor a elevarte por encima de los prejuicios raciales y de género, y hacer resplandecer la cultura de tu país, más allá de las fronteras de la Patria…
…Hermoso…
Te recuerdo mi negrita, como me decías…siempre… y hoy, dedicándote este artículo.
Su impronta
Defensora de sus raíces desde el repertorio, hasta el porte en escena, su cadencia al andar, manera de vestir con turbantes hasta la muerte y vestidos amplios de colores vivos, su sonrisa amplia sin temor al escándalo, su comportamiento, su forma de recibirnos siempre tranquila, elegante, olorosa, tierna, amable, con mirada sincera y profunda, hace que la catalogue, a mi parecer; como la viva estampa de la belleza negra, de la delicadeza de la mujer afro descendiente en mi Camagüey.